Prohibido pasar

La movilidad alternativa no importa. Hasta que no agotemos la última gota de gasolina no vamos a renunciar al coche

Como estamos en verano voy a escribir esta columna pensando en iesos turistas que están ahora ojeando el periódico mientras desayunan, o el móvil desde la tumbona en la playa. Les diré que Huelva, la capital, está entre dos ríos, el Odiel y el Tinto. Al otro lado de esos ríos hay municipios como Palos de la Frontera, Moguer o Corrales (Aljaraque). Para llegar a los dos primeros habría que cruzar el Tinto. Lástima que una inmensa balsa de fosfoyeso lo impida, porque sería un paseo de lo más agradable sobre la marisma. Corrales, sin embargo, estaba accesible. Un puente (dos) nos unía sobre el Odiel, por encima de una marisma alucinante. Por ese puente cruzaban a diario algunos cientos de personas en bici, en patines, andando, corriendo… Muchas de ellas para hacer deporte, otras muchas simplemente para trabajar o comprar. Andando ese trayecto se podía hacer en menos de una hora, apenas 4 kilómetros.

El puente en cuestión tenía tres carriles, dos para coches y demás tráfico a motor. Y uno, pequeño, para ciclistas, patinadores, corredores, andadores, pescadores… Lo lógico, dado la cantidad de personas que lo usaban a diario, y teniendo en cuenta que ya hay otro puente de 4 carriles para vehículos, lo lógico, decía, habría sido, hace tiempo, ampliar ese carril multimodal aún a costa de sacrificar un carril de vehículos. Lo lógico y lo sostenible: movilidad alternativa, reducción del vehículo a motor, bla bla.

Recuerden: un carril multimodal (saturado) y 6 carriles para vehículos a motor. Bueno. Pues había que hacer una obra. ¿Se buscó alguna alternativa para el carril multimodal? Ni hablar. Y se podía haber hecho, no lo duden. Pero los deportistas tuvieron que irse a hacer deporte en otra dirección, y los trabajadores y vecinos se vieron obligados a pasar en coche o bus. Y así durante meses. Protestamos un poco al principio, luego nos callamos. Como siempre. Llegó el verano, y anunciaron la apertura del puente durante ese tiempo. ¡Bien! pensamos algunos. Pero claro: el carril multimodal quedó cerrado.

Ya sé que hay explicaciones para todo lo que cuento. Pero la primera explicación es que la movilidad alternativa nos importa una higa. Que las bicis, y los patines, incluso los peatones, son una cosa graciosa y simpática, que las infraestructuras multimodales son políticas menores, pinceladas verdes en el presupuesto. Y que hasta que no agotemos la última gota de gasolina no vamos a renunciar al coche privado.

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