Visiones desde el Sur

Preguntas y respuestas (I)

El patrimonio intelectual del ser humano en estos tiempos consiste en ser un erudito en banalidades

La pregunta es la clave del conocimiento: es el motor del desarrollo intelectual. Detrás de ella deben aparecer la afirmación o la negación de la misma con argumentos fundados. Pero con la respuesta vienen aparejadas o las estructuras diseñadas en los sótanos polvorientos del pretérito, o bien nuevas vías de aire fresco que permitan explorar campos por abonar.

Por ello, en estos tiempos de pensamiento único, de globalización, es necesario reivindicar la pregunta como génesis del conocimiento, como fuente de la evolución. La ciudadanía que no hace preguntas pertenece a una sociedad muerta y adolece de algún grado de enfermedad.

Es evidente que hablar y escribir suponen falsear un poco la realidad porque ésta no puede ser aprehendida. Lo que nos circunda es siempre más inmenso y profundo que el lenguaje oral o escrito que utilizamos para interpretarlo. Pero una pregunta es como una herida en un cuerpo sano, como una arruga en un tejido recién planchado, como el último estertor de un ser vivo...

Si no hay una respuesta acorde con la interrogante que se plantea, es como querer circular por una vía férrea a la que le quitamos algunas traviesas. Los sistemas, del tipo que fueren, están conformados por miles de estructuras simples. Cuando algunas de éstas fallan, el organismo multidisciplinar comienza a efectuar movimientos agónicos. De ahí la importancia de la pregunta, dado que presupone, si obtiene la respuesta adecuada, reforzar el conjunto del pensamiento: evitar las grietas que producen lo que se desconoce.

Vivimos en una sociedad con demasiadas interrogantes. El patrimonio intelectual del ser humano en estos tiempos consiste en ser un erudito en banalidades, en alcahueterías. Somos cada vez menos reflexivos y más impulsivos. Los intereses que nos mueven vienen manufacturados para el consumo por empresas especializadas que confeccionan un modelo de ciudadanía que responde a un patrón monocorde, que dispone de un paladar homogéneo y cuyos intereses coinciden con los de los demás. Entonces... ¿para qué interrogarse?, podría preguntarse el lector.

A los que mandan -que no son los que aparentan que lo son- no les interesa que la ciudadanía piense. Los que preguntan son elementos incómodos para el poder. La estrategia del poder es crear las necesidades y satisfacerlas, pero no admite requisitorias que estén fuera del guión, esto es, que no hayan sido concebidas para robustecer al propio sistema.

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