Siempre abril fue un mes político o politizado, según se mire o según lo quieran ver. Un mes de victorias o de derrotas. Un mes que sigue en el análisis de la historia. Desde el siglo XIX, son muchas las confrontaciones que comenzaron o terminaron en abril. La razón puede estar es que ya había comenzado la primavera y ya se sabe que esta la sangre altera. En este nuevo comienzo de esa estación tan agradable que el cielo nos regala, volvemos a salpicar las ropas con gotas de un roció dudoso en cuanto al temor de mojarnos. Que todo puede suceder.

Nos quedamos sin Semana Santa, ya tenemos tragado que nos quedaremos sin el Rocío, aunque afortunadamente no nos quedamos sin el fervor de nuestras Cofradías, la presencia de las imágenes en los templos y la dorada realidad rociera, presente en la Señora, en su pueblo de Almonte.

Pero, aquí está el pero. Ya ha comenzado un campaña política, luchas, zancadillas y falsedades a gusto del consumidor que nos llevarán hasta ese cuatro de mayo en Madrid en que el asunto se dilucidará. Espero que sea para la historia un 4 de mayo y no un 2. Que la ciudad de la Cibeles, este día tiene un triste recuerdo con sabor napoleónico.

Pero nuestro abril presente, también prepara ya otra fecha para el próximo mes: el fin del estado de alarma que ya se ha anunciado y que puede ofrecernos varias difíciles encrucijadas, si la sensatez y las buenas maneras y formas de obrar no se compaginan.

Aún así, dentro de la esperanza que todos tenemos de que las vacunas vayan solucionando la terrible crisis, nos cabe la posibilidad de que si el Gobierno, por una vez, es cumplidor de lo que dice, las vacunaciones masivas vayan poco a poco realizando el milagro con que soñamos.

Una vacuna, necesita su tiempo de estudio. Primero para lograrla y después para estudiarla, analizarla y probarla. Para todo esto se requiere tiempo. Ha sido asombroso comprobar cómo el mundo se puso en marcha tan solo hace un año no y no podíamos ni pensar que ya muchos estaríamos vacunados, en orden y tiempo y en razón de la edad

Miles de millones de euros lo han logrado. Es decir que cuando se quiere, se pueden lograr éxitos científicos prestando ayuda, apoyo y economía. En España más vale no decir lo que los presupuestos del Estado valoran esta necesidad del desarrollo científicos. Estamos a la cola de las principales naciones por falta de la justa y necesaria aportación de dinero.

Entre unas cosas y otras el tiempo pasa y como este mes de abril no deje claro si las promesas políticas del Gobierno son ciertas, mal puede presentarse el futuro próximo de un verano ahogado no en la playa, sino en la economía que se avecina.

Señoras y señores… ¡a vacunarse!. En ello está la esperanza y la única solución.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios