El aroma de los difuntos de Tarteso

Pieza destacada de 'La Joya, vida y eternidad en Tarteso'

El timiaterio de la Tumba 17: Un quemador de perfumes fenicio encontrado en la necrópolis de Huelva es una de las pocas piezas de este estilo vinculadas a enterramientos de Tarteso y la más monumental en la Península Ibérica

Timiaterio de la Tumba 17 de la necrópolis tartésica de La Joya, en Huelva, expuesta actualmente en el Museo de Huelva.
Timiaterio de la Tumba 17 de la necrópolis tartésica de La Joya, en Huelva, expuesta actualmente en el Museo de Huelva. / María Clauss
Javier Jiménez Ávila y Clara Toscano Pérez

Huelva, 16 de julio 2025 - 05:15

La tradición de quemar incienso y otras resinas en ambientes sagrados se remonta a las etapas más remotas de la historia de la Humanidad. En Egipto y Mesopotamia se utilizaban ya las sustancias aromáticas para sahumar templos y palacios, creando atmósferas de solemnidad, respeto y pureza. Para quemar estas sustancias se usaban unos artefactos llamados quemaperfumes, sahumadores o timiaterios, denominación ésta que ya se conoce en los textos griegos. Los timiaterios son objetos que se diferencian, sobre todo, por la presencia de una o varias cazoletas donde se situaban las brasas candentes y las propias resinas aromáticas. A veces se complementaban con una tapadera calada por donde emanaba el humo. Para poder aguantar la temperatura tenían que estar hechos en sustancias resistentes como bronce o cerámica.

Casi todas las culturas de la antigüedad crearon sus prototipos de timiaterios. Los timiaterios fenicios eran muy característicos, y estaban constituidos por un trípode o base cónica, un fuste en el que se instalaban varios motivos florales de forma redondeada y una o varias cazoletas superiores.

Este tipo debió de ser abundantemente producido y utilizado en multitud de contextos religiosos, pues aparece muy frecuentemente representado en sellos, estelas y otros soportes iconográficos del I milenio aC por todo el Mediterráneo fenicio, a menudo en escenas donde aparecen dioses o devotos y oferents.

Muy pocos de estos timiaterios fenicios han llegado hasta nosotros, pero la península Ibérica constituye una excepción. Los talleres fenicios de Occidente produjeron sus propios timiaterios, dotados de elementos específicos (como las tapaderas zoomorfas, que se pueden relacionar con los jarros zoomorfos) y tenemos evidencia de más de una cincuentena de estas creaciones repartidas por yacimientos fenicios y orientalizantes del sur peninsular.

Timiaterio de la Tumba 17 de la necrópolis tartésica de La Joya, en Huelva, expuesta actualmente en el Museo de Huelva.
Timiaterio de la Tumba 17 de la necrópolis tartésica de La Joya, en Huelva, expuesta actualmente en el Museo de Huelva. / María Clauss

TIMIATERIO DE LA TUMBA 17

Datación: Siglo VII aC.

Material: Bronce. Dimensiones: 60,5 cm (altura); 22 cm (diámetro de las cazoletas).

Origen: Tumba 17 de la necrópolis de La Joya (Huelva). Excavación: Juan Pedro Garrido Roiz y Elena Orta García, 1971.

Fotografías: María Clauss.

Dónde verla: Exposición La Joya. Vida y eternidad en Tarteso, Museo de Huelva (Alameda Sundheim, 13).

Horario: De martes a sábado, de 09:00 a 21:00 y domingos de 09:00 a 15:00. Entrada gratuita. Hasta el 30 de enero.

Una pieza monumental en Huelva

El de La Joya es el más monumental de los timiaterios fenicios de bronce hallados en la Península Ibérica y el que más se asemeja por su estructura a las representaciones de la iconografía semita. Está constituido por una base piramidal sostenida por tres garras felinas, un robusto fuste con tres decoraciones florales y dos cazoletas con estrecho borde. Se halló en la zona sur de la Tumba 17, apoyado en la pared de la fosa, junto al set de objetos rituales que acompañaban al cadáver, que incluía un jarro y un aguamanil de bronce. La decoración de todo este utillaje es similar, por lo que forma un conjunto de contenido y significado orgánico que es excepcional en la artesanía fenicia occidental.

La presencia de un timiaterio en una tumba tartésica también es muy rara y se conocen pocos casos más, aunque algunos de los timiaterios que conservamos proceden de contextos desconocidos. La inclusión de semejantes objetos en una sepultura debe relacionarse con el carácter sacro de los personajes enterrados, pues la combustión de sustancias aromáticas era prerrogativa de las divinidades y de las personas que recibían una protección especial de los dioses. Estos componentes permiten caracterizar los rasgos sacros de la monarquía tartésica.

La práctica de quemar incienso u otras resinas como elemento cultual se ha mantenido en muchas tradiciones religiosas a lo largo de la historia, al igual que los dispositivos destinados a tal fin. Los incensarios integrados en el mobiliario litúrgico de las iglesias cristianas son el ejemplo más próximo a nosotros.

Actualmente esta práctica se ha generalizado y se utiliza, incluso, en ambientes domésticos, siendo frecuente la venta de resinas y sahumadores cerámicos destinados al consumo general de la población. No obstante, incluso en estos contextos, la quema de resinas suele dotarse de componentes místicos y espirituales que evocan sus primitivos orígenes religiosos.

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