El libro se inicia con una dedicatoria al autor de Rafael Montesinos: "He visto contigo aquellas mañanas de luz y el arroyo claro de aquella no sé si infancia o adolescencia. Y el recuerdo, gracias a la palabra de un poeta andaluz de nostalgias, se ha hecho ya esperanza para siempre". Y el autor escribe al principio: "Quería contarte un poema en mis líneas, un poema que hablase de ti y de mí. Y de aquellas tardes azules y trasparentes en las que los pájaros, al igual que los niños, jugaban al escondite por entre las nubes blancas". Y el primer poema es un soneto espléndido, sublime con el sello inconfundible de José Manuel de Lara, que no es otro el creador de este libro Poesía para niños, una recopilación de poemas que a lo largo de su vida escribió para los niños o más bien, pensamos cuando los leemos, en los tiempos que él también lo fue. Los que los leímos en su día y los que los descubren ahora se sentirán envueltos en la magia lírica de un poeta excepcional.

El texto que publica ahora Editorial Niebla con gran acierto, ilustrado con dibujos del propio autor, nos persuade de lo que siempre dijimos de José Manuel de Lara: es uno de los más esclarecidos clásicos de todo tiempo, uno de los grandes poetas de nuestro país. Lo atestigua y patentiza esta emotiva memoria poética que nos devuelve, entre nostálgicas evocaciones, sutiles sugerencias y conmovedores sentimientos, a esos entrañables parajes que le son tan queridos: "¡Ilusión y esperanza, canto y risa,/ Y en el aire fragancia de canela!/ ¡Y correr y saltar por la plazuela/ quebrando, por quebrar la yerbaluisa!". Esas plazas que tienen "el sol de la infancia dentro", aquella Plaza de las últimas citas, publicada en Buenos Aires en 1970. Los patios, calles y callejuelas donde resuenan los ecos de viejas canciones infantiles: "Por el camino de un verso/ una, dos, tres niñas van/ llenos los ojos de cielo/ y el cielo lleno de mar".

Un encantador halo nostálgico ha ungido siempre la poesía de José Manuel de Lara. Lo afirmó Gerardo Diego: "Sacar a la luz su delicada y melódica poesía", que ostenta una obra poética deslumbradora y fascinante. El poeta lo dijo: "La nostalgia siempre ha estado presente tanto en mi obra como en mi vida". Y con ella la sinceridad en la exposición clarividente de sus más profundos sentimientos y convicciones. Otro bello soneto hacia el final así lo revela: "Y una voz que presiento y que se esconde,/ y que sé que eres tú y que no responde/ si la quiero encontrar bajo los años". Es un gozo tener este libro en las manos. Leer y releer sus bellos poemas. Embriagarse de su musicalidad, su calidez, su impecable fluir poético, su cadencia conmovedora y subyugante. Volver a la infancia, la adolescencia, la juventud o la madurez en una sucesión de versos que cautivan y emocionan. Y la melancolía: "Melancolía/ que se va, ponle un puente/ con tu alegría".

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