Adiez días de las elecciones generales vivimos, incluso por quienes pretenden negar preocupaciones políticas - tal vez los más afectados por la situación -, un clima de incertidumbre y desasosiego, sobre todo, entre los más implicados en el devenir político si pueden convertirse en protagonistas de la gobernabilidad de España. Desde planos inferiores de opinión, y especialmente de quienes analizamos y pulsamos, lo más objetivamente posible y sin compromisos, con la mayor intensidad, los distintos aspectos de la actualidad política y de las actuaciones y declaraciones de unos y de otros, gobierno y oposición, (además de la información y el juicio mediático) más los inevitables acontecimientos de la actividad cotidiana, no se pueden perder de vista las variaciones de los estudios demoscópicos: las encuestas.

Es llamativo y escandaloso que contando el Estado o el gobierno, que realmente así es, con el CIS, Centro Español de Investigaciones Sociológicas, organismo público adscrito al Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Histórica, encargado del estudio científico de la sociedad española, normalmente a través de encuestas, cuyos resultados se difunden últimamente cada mes, lo cual es normal, aunque nos gustaría que fuera un organismo absolutamente independiente y por ello más fiable, lo presida, el veterano militante socialista, José Félix Tezanos, cuyas continuas maquinaciones – sus famosas “cocinas” –favorecen a su partido clasificando siempre en cabeza como ganador a su presidente, en contra de todos los demás barómetros, lo que ha dado lugar a continuas equivocaciones en los resultados finales, aumentando cada día, la desconfianza y la perplejidad de los ciudadanos- Y no es lo peor, ya que, además, este organismo, últimamente al servicio del gobierno, nos cuesta muchos millones de euros.

Pero hablando de perplejidad o tal vez de alarma las que ha provocado Sumar en su programa de gobierno para su multipartido. Yolanda Díaz propone “crear un código deontológico para regular la profesión y establecer un órgano que sirva como ente sancionador a aquellos periodistas que manipulen y desinformen”. Es lógico que todos los periodistas libres nos preguntemos ¿Quién es ella para arrogarse tal autoridad censora? Sabemos perfectamente que ella como los de su ideología históricamente siempre han pretendido – y lo han conseguido (Rusia, Cuba, Venezuela, Corea del Norte…) – dominar y controlar los medios informativos. Yugular a toda costa la libertad de expresión y de información. Una vil manera de silenciar al pueblo anulando la voz de los periodistas. Unas horas después, como tantas veces, dieron marcha atrás, señalando que se trataba de la propuesta “de un borrador previo que no debía haber llegado al documento definitivo”, sin más autocrítica y asegurando que tal medida no sería incluida en el programa. ¿Son de fiar?

Del debate “Cara a cara”, constatar la baja marrullería de la interrupción.

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