Debe admitirse que, a lo largo de los años de autonomía, Andalucía ha ido impulsado notablemente desde la industria al turismo, con sus inversiones y consecuentes progresos; pero también debería aceptarse que no se ha repartido por igual en todas las provincias. Huelva sigue con infraestructuras de ferrocarriles del s. XX y, por otra parte, mejor no citar ese repertorio de obras no finalizadas pero iniciadas en el pasado.

Ha llegado el momento de repasar los tiempos, de considerar que el pasado en su día sería un flamante motor, pero si llegara a convertirse en un eterno presente, se quedaría en un desagradable espectro. Contamos con suficientes ejemplos para ello (el antiguo Mercado, la vieja cárcel, el edificio de Hacienda, el del Banco de España…). Pero lo que realmente interesa es el hoy, porque el presente puede aprender del pasado, permite subsanar errores anteriores y ofrece la posibilidad de mejorar lo defectuoso y hacerlo justificadamente. En cuanto al futuro es el más embaucador y engañoso de todos los tiempos verbales y sus correspondientes significados.

Por ejemplo, se celebra aparatosamente cómo se 'beneficiará' Huelva con los Fondos Europeos, entendiendo que si la Unión Europea ya ha librado 9.000 mil millones de euros, el segundo pago será todavía superior. Por lo que se refiere a obras municipales, y una vez que el Ayuntamiento concediera las licencias correspondientes, se anuncia que el parking del Mercado 'tendrá' un nuevo acceso directo. Por otra parte, y parece que, con seguridad, los locales de los exportadores de marisco se 'derribarán' todos próximamente. También la barriada de La Hispanidad 'disfrutará' pronto de dos parques: uno infantil y otro biosaludable. Por supuesto, que sería maravilloso que se consiguiese esto como los 104 millones que el Gobierno de España 'dedicará' al comercio… Lástima que un verbo en futuro sea más que una promesa, un engañabobos, una mentira piadosa: "se urbanizará al completo la calle Marchena Colombo". Pues no, sólo la mitad. Un verbo en futuro es un guiño a las expectativas (la obra de la Fuente Vieja finalizará en…).

Habrá que mentalizarse con que el pasado es un fantasma y el futuro es eso, un sueño, una loa a la expectativa, una mentira convenida, una interpretación falseada… Sólo tenemos el presente; un presente que sea capaz de armarse para la ilusión por lo que queda pendiente, pero sobre todo, porque es el único momento sobre el que tenemos algún dominio.

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