
Confabulario
Manuel Gregorio González
Sagan, a lo lejos
EL barómetro del Centro de Estudios Andaluces certificó ayer que el PP de Juanma Moreno está en disposición de revalidar la mayoría absoluta que obtuvo en 2022 ofreciéndose como la mejor garantía de que Vox no gobernase, una idea que caló de manera transversal en la sociedad y se tradujo en 58 escaños en el antiguo hospital de las Cinco Llagas. Pero si algo señala el sondeo –elaborado por un organismo que depende de la Junta de Andalucía– es que a María Jesús Montero no le salen las cuentas, no ya para ser alternativa, sino para siquiera competir: le augura el peor resultado que haya tenido el PSOE en unas elecciones al Parlamento de Andalucía. Más allá de la cocina que pueda tener la encuesta –que al contrario que el CIS, no se desvía de la tendencia que marcan otros estudios demoscópicos privados–, lo cierto es que hay hechos objetivos para que Montero no sea el revulsivo que esperaba La Moncloa.
A 18 de julio, el Gobierno del que es vicepresidenta y ministra de Hacienda aún no ha aprobado ni el techo de gasto ni el objetivo de déficit que deben aplicar las administraciones públicas en 2026. En 2024 a estas alturas sí se había enviado a las Cortes Generales, que se lo tumbó, y el Ejecutivo de Pedro Sánchez terminó por incumplir la Constitución al ni siquiera presentar un proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado. La Airef se lo acaba de afear, porque vamos a por el tercer ejercicio en el que se vulnera ese mandato constitucional.
Tampoco cuadran las cuentas con la financiación, no ya por las comunidades infradotadas, sino porque para volver a comprar tiempo intentando engañar a todos, el Gobierno de Pedro Sánchez ha pactado con la Generalitat catalana un fuero similar al vasco, aunque tan impreciso que ha cabreado incluso a ERC. Aunque lo esencial permanece: ofrece a Cataluña recaudar el 100% de los impuestos, lo que, como le recordaron los inspectores de Hacienda, rompe la caja común de los españoles. Montero se borró de la foto, pero no evitó con ello la traición a Andalucía y a todo el ideario de igualdad que hizo del PSOE el partido más votado en la región durante decenios. Y todo ello en un contexto en el que su partido y su Gobierno están cercados por la corrupción y la vejación a las mujeres.
Con ello deja el camino expedito para que Moreno enarbole la bandera de una igualdad que forjó no sólo la Autonomía andaluza sino el desarrollo del modelo territorial constitucional basado en ese principio entre todos los españoles.
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