Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
Ha entrado en vigor un nuevo sistema que endurece los criterios para ser profesor titular o catedrático de universidad. La Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca), ha publicado las acreditaciones de las que deberán disponer todos los aspirantes a funcionario, y que se han endurecido principalmente en la parte de investigación. Para ser profesor titular se exige un mayor número de publicaciones, por ejemplo, en Ciencias Sociales, veinte publicaciones y siete artículos de revista. Están potenciando la imbecilidad. Que un aspirante a profesor esté más preocupado por sus publicaciones que por su docencia. A veces pienso que vivimos en una inmoralidad de la clase media. El mérito ha superado a las relaciones humanas. Y el trato directo y personal se esfuma ante la falsa grandeza de quienes se creen aspirantes a un oficio irreal. Hay convocatorias de becas para doctores que se quedan desiertas. Las personas realmente inteligentes prefieren irse al extranjero antes que pasar por esa rueda irreal y fantasma de las múltiples acreditaciones. Pero ocurre que en el extranjero pasa igual.
Así se entienden muchas cosas, se comprenden las acciones de los ministerios, el reciente premio a Rosa Montero, los artículos vacíos de Vargas Llosa, los hechos que percibimos son reales.
El trato humano en la docencia aleja el sentimiento de odio y rencor que impera en las sociedades. Analicen el reciente ejemplo de Brasil. Hay en todos los países del mundo un 20% de personas, aproximadamente, que ha perdido el sentido común, lo más grave es que no les importa haberlo hecho. Dicen que en ese porcentaje la mayoría es menor de 35 años. Si un profesor no logra hacer enamorar la materia que imparte en sus clases, y se preocupa más por las exigencias de la Aneca, los alumnos quedan al amparo de la inmoralidad.
Si usted desea ser profesor universitario realice, desde ya, muchas publicaciones en revistas científicas y rimbombantes que nadie lee, pero en el mundo universitario se mencionan. Cite usted a sus compañeros profesores, ellos le citarán a usted, es recíproco. Los papeles son más valiosos que el trato personal con el alumno, más valiosos incluso que la propia capacidad del docente. Y mande todas esas acreditaciones a la Aneca, ellos las recibirán con los brazos abiertos, sin importarles realmente que usted es un buen docente, que enseña, que escucha, que posee sentido común.
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