Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Ultramar
En la política española es muy difícil que un partido haga autocrítica y reconozca sus errores. – Quizás por eso cae en ellos con contumaz frecuencia. Resulta realmente necio no emprender una profunda reflexión sobre las causas y motivos, suele haberlos, de sus fracasos electorales. Por ello ha llamado la atención que la totalidad de la izquierda – excepción del Bloque Nacionalista, que también lo es - espectacular perdedora de los comicios gallegos - se nieguen a toda lectura nacional y a la consiguiente autocrítica tras sus sonoros batacazos en las elecciones del 18 pasado. Piensen lo que hubiera sido de ser ellos los ganadores. Seguro que con sus habituales alharacas y la clásica trompetería propagandística de la izquierda hubieran elevado a triunfo nacional su victoria. Pero en tan evidente derrota y tan escandaloso naufragio, que ha deparado una auténtica desaparición, se han refugiado abatidos y contritos en sus ruinosos cuarteles de invierno, recurriendo como excusa, a la mediocridad y desprestigio de sus candidatos. Lo cual no puede ser más degradante y vergonzoso.
¿Por qué tanta sorpresa y tanto asombro. incluidos aquellos agoreros de presuntos vuelcos y otras extrañas patrañas, especialmente los más afectos al gobierno y singularmente el inefable CIS de Tezanos, dilapidando el dinero público para alentar a los suyos., cuando todas las encuestas – libres y competentes – atribuían desde hace tiempo la mayoría absoluta a los populares, pese a la torpeza de estos en la desacertada articulación de sus campañas? Esa falta de reflexión y de debate interno preocupa con razón a muchos militantes En su denodado empeño en no reconocer la demoledora derrota en los comicios gallegos, el presidente del gobierno y sus ministros instrumentalizan la realidad hasta extremos realmente inverosímiles y realmente delirantes. Se aborda así una fase crítica con una evidente fragilidad en la gestión sobre la amnistía, sobre todo tras la debacle gallega, sin más alternativa que seguir cediendo ante las imposiciones intransigentes de los nacionalistas.
Pero las desgracias nunca vienen solas cuando cada día se evidencia más el fracaso de Estado o de gobierno lo cual influye directamente en la voluntad electoral del ciudadano si, además, se añaden sucesos como el de Barbate y la cuestionada gestión del reprobado ministro de Interior, especialmente como consecuencia del desmantelamiento del grupo de élite que combatió el narcotráfico eficazmente y que nadie ha explicado. Es otro de los graves efectos sobre el “fracaso del Estado”, que es el fracaso del gobierno, como se evidencia en el caso Koldo, que se imputa “vox populi” como caso Ábalos o Sánchez o gobierno una vez más, más las protestas de los agricultores, ahora también los pescadores y la penosa contemplación de un país dejado de las manos ambiciosas y veleidades de un prófugo nacionalista que huyó cobardemente en el maletero de un coche y chantajea a su presidente… “Et alii”…
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