C ADA día se insiste más en que la política española padece de infantilismo (consecuencia de un populismo galopante). No hay más que seguir la actuación de muchos - no todos - políticos y comprobar como a veces se contagian de la dialéctica y la deplorable polisemia de ciertos programas de televisión (tipo reality show), que en ocasiones no distan mucho de algunos debates o tertulias que difícilmente pueden tomarse en serio. A ello nos conduce todo esto, salvo muy pocas excepciones de visiones de mayor rigor y crítica en lo informativo y en el análisis político. Pero es difícil encontrar esto cuando uno oye o lee noticias como ésta: "Urkullu reparte 5 millones entre los medios por mantener "la misma línea informativa". Algo que no es nuevo y que se ha prodigado en ámbitos territoriales de similares pretensiones nacionalistas. Pero la información a la carta es algo presente en la política de comunicación del propio Gobierno.

En una de esas escasas apariciones ante los periodistas del presidente del Gobierno se evidenció una vez más lo poco que le gusta dar explicaciones y aclarar ciertas cuestiones. De ahí su preferencia por las comparecencias sin preguntas y si las hay, seleccionarlas previamente, contestar a determinados informadores y por lo general siempre los mismos e invariablemente a los más afines, quedando en el aire en esas "entrevistas" cuestiones trascendentales en la política y la gobernanza del país. A raíz de una de estas impresentables actuaciones ¡por fín! la Asociación de la Prensa de Madrid denunciaba la falta de pluralidad de las ruedas de prensa del presidente en las que impide que los medios asistentes puedan plantear al jefe del ejecutivo, las cuestiones de mayor interés y participan a modo de "convidados de piedra". En el comunicado hecho público por la Asociación de la rueda de prensa del presidente sobre el Informe de Rendición de Cuentas - exento absolutamente de autocrítica - sólo seis medios informativos pudieron hacerle preguntas. "El resto no tuvieron oportunidad de hacer uso de la palabra", retirándosele a otro medio la acreditación antes de iniciarse la comparecencia presidencial.

Éste, como se ve, es el concepto que la izquierda tiene de la pluralidad informativa en una democracia que debe garantizar la libertad absoluta en lo político, lo económico y lo social a favor de la trasparencia informativa, que si en los tiempos más duros de la pandemia presentaba su control más totalitario ahora agrava sus perspectivas. Pero esto es lo que pretenden quienes querían asaltar el poder a toda costa: que una de sus prioridades eran - y son - las cadenas públicas de televisión para garantizar un dominio absoluto y totalitario de la información. En cierto modo lo han conseguido para comunicar a su favor o para silenciar cuando conviene. Por ejemplo como la televisión pública ocultaba que dos altos cargos del anterior gobierno andaluz condenados por los ERE, pertenecían al partido socialista.

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