HAY dos acepciones posibles en el uso de un determinante posesivo: una determina la propiedad de un bien; la otra es indicativa de un sentimiento de pertenencia e íntima identificación con un colectivo, un ente o una institución. Ayer, miles de personas reivindicaron en las calles de Huelva con una sola voz la supervivencia de su Recreativo de Huelva. El Decano del fútbol español padece desde hace años una calamitosa situación económica y deportiva que le ha llevado a acumular una deuda que gira en torno a los 16 millones de euros y a jugar esta temporada en Segunda División B. La manifestación convocada por el trust de socios y aficionados fue todo un éxito de convocatoria, una voz de alarma con la que se quiso llamar la atención de los actuales propietarios para que den solución a esa problemática atendiendo a sus obligaciones empresariales mediante dos vías alternativas que permitan retirar la respiración asistida al Recreativo: bien realizando una improbable aportación de capital o bien vendiendo sus acciones para permitir la llegada de nuevos dueños con más capacidad financiera. No es una operación sencilla, pero de lo que no cabe duda es de que la dinámica presente tan sólo logra que el club se adentra cada día más en un oscuro callejón sin salida. Por responsabilidad, por su incapacidad para hallar salidas válidas, por el incumplimiento sistemático de la mayoría de sus compromisos y por el divorcio existente con la afición, la empresa Gildoy debe desprenderse del paquete mayoritario de acciones del Recreativo. En caso contrario, no solo empeorará la situación económica, sino también la deportiva y la imagen del club.

La multitudinaria protesta de ayer debe servir también de acicate para que las instituciones públicas y los partidos políticos con representación asuman sus respectivas cuotas de responsabilidad, más allá de los intereses electorales y del oportunismo, evitando convertir al Recreativo en objeto de controversia. El movimiento se demuestra andando. El Ayuntamiento de Huelva debe hacer valer su peso como segundo accionista del club, con un 23% aproximado de las acciones, para arrojar luz sobre su situación económica y forzar a sus socios a no desentenderse de sus deberes. A ello se une el indudable peso institucional que un gobierno local y su alcalde tienen para maniobrar lejos de los focos, de forma sigilosa y reservada, para lograr la complicidad de otros actores en la búsqueda de soluciones. Huelva dio ayer la talla y se manifestó por su equipo. Ya es hora de que también lo hagan quienes tienen la responsabilidad directa.

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