Hacen Falta hechos

Cada cierto tiempo, seremos testigos de tensos desencuentros y de disturbios propios del autoritarismo

Es ya un lugar común decir que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se necesitan, por lo que se augura que es muy difícil que rompan la coalición de gobierno; por lo menos, hasta que quede poco para el final de la legislatura. En este contexto, parece seguro que se mantendrá la repetida escenificación mediática de discrepancias entre el sector socialista y el podemita en el Consejo de Ministros, y nombro específicamente a este órgano porque si es escasa la probabilidad de la ruptura, menor es la de que se produzca un enfrentamiento público entre los dos personajes citados. El vicepresidente lanza sus provocaciones a sabiendas de que el presidente no le responderá. Así viene pasando y, muy previsiblemente, así continuará ocurriendo. Para los dimes y diretes, Sánchez echará mano de sus peones e Iglesias, recurrirá, fundamentalmente, al portavoz de su partido en el Congreso, Pablo Echenique.

Cuando todavía resuena la proclama desvariada del vicepresidente sobre la anormalidad democrática en España, ahora se añade el asunto relacionado con los violentos disturbios provocados por radicales en varias ciudades, en protesta por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél, quien acumula varias condenas; la última, anteayer. De nuevo, declaraciones contrapuestas. Echenique alienta a los supuestos jóvenes antifascistas y Calvo o Ábalos se indignan en consecuencia. ¡Qué bien! Podría decirse, porque el PSOE se posiciona y disiente de los morados. Pero no, no se puede decir que qué bien. Solo cuando esas palabras de rechazo se acompañen de hechos terminantes, que no ofrezcan dudas, se podrá entonar tal loa, y eso pasa por poner unas líneas rojas a Iglesias, con la advertencia de que si se traspasan supondrán su destitución de la vicepresidencia. Si no es así, Sánchez es y será corresponsable de los desatinos y despropósitos de Iglesias.

La violencia física no es admisible, ni los destrozos a mobiliario urbano o a comercios del calibre que sea, ni la quema de vehículos… y quienes apelan a la libertad de expresión para justificar sus acciones violentas deberían aplicarse el método socrático para que comprueben su ignorancia sobre lo que, en realidad, significa esa expresión y, asimismo, intentar tomar conciencia de que todas nuestras actuaciones tienen unos límites éticos. Lamentablemente, todo apunta a que, cada cierto tiempo, seremos testigos de episodios de tensos desencuentros y de disturbios propios del autoritarismo, como precio para que sigan en el poder Sánchez e Iglesias.

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