A pesar de todo: ¡Feliz Navidad! Pese a las graves circunstancias que vivimos todos los ambientes se inundan hace tiempo del espíritu de la Navidad. Las apresuradas evidencias comerciales precipitan cada año con más antelación los preludios navideños junto a los lógicos deseos de felicidad y bienestar que para muchos, desgraciadamente, no será posible. La Navidad, que para la gran mayoría tiene significados entrañables, otros se ven impregnados por ciertas corrientes antinavideñas, desacralizadoras, que pretenden algo tan incoherente como una Navidad laica de significados inconcebibles y paradójicos. Corrientes contrarias a ese sentido, considerándolo poco menos que retrógrado e inmovilista, desgastado e incómodo, alcanzando a distintas esferas del pensamiento y de la creación artística. Actitudes y rasgos lejanos a nuestras costumbres, importados por muchos que, por intereses económicos o espurios, los han tomado como símbolo, aunque aborrezcan a esa sociedad a la que tanto imitan.

Y así nos han colado a Papá Noel, el imprescindible abeto navideño, los elfos, hasta el Grinch, espantajo maléfico de la Navidad, y el pestilente caganet, una irreverente ordinariez de los catalanes. El propio presidente del Gobierno felicitaba a los diputados y evitando la palabra Navidad, hablaba de "fiestas del afecto". Un eufemismo absurdo y oportunista. Quieran o no lo que celebra el orbe cristiano en su inmensidad, es el Nacimiento del Jesús. El máximo acontecimiento que conmemora toda la cristiandad y por lo tanto una fiesta esencial religiosa y cristiana. Los creyentes evocamos con noble júbilo aquel jugoso verso del poeta, humanista, notable innovador de la poesía, Cristóbal de Castillejo: "Pues hacemos alegrías cuando nace uno de nos/ ¿qué haremos naciendo Dios?". En ese ámbito poético tan pródigo en alabanzas y villancicos que anima siempre estas jornadas nada mejor que transcribir aquel impagable fragmento del bellísimo poema que uno de los más grandes poetas andaluces de todos los tiempos dedicó "Al Nacimiento de Cristo Nuestros Señor", Luis de Góngora: "Caído se le ha un clavel/ hoy a la Aurora del seno/ ¡qué glorioso que está el heno/ porque ha caído sobre él!"

La poesía castellana y la andaluza son pródigas en esa poesía navideña que exalta el nacimiento de Cristo. Así Lope de Vega: "El niño recién nacido/ no mueve la pura lengua/ aunque es la sabiduría/ de su eterno Padre inmensa" o aquel capítulo de "Platero y yo", de Juan Ramón Jiménez que evoca la Navidad: "¡La Candela en el campo!... Es tarde de Nochebuena y un sol opaco y débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de todo azul, con un indefinible amarillo en el horizonte poniente…" Seguiría… Alguien diría que no son buenos tiempos para la lírica. Creo que es uno de los mejores paliativos ahora que la vida está en peligro por la pandemia o por mayoría parlamentaria. ¡Feliz Navidad!

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