Extramuro

¿Estamos dispuestos a trabajar para que haya igualdad de oportunidades para cada ser humano?

En Yemen llevan cuatro años de guerra, dos millones de desplazados internos, el 75% de la población está en situación de extrema pobreza y miles de muertos y heridos. Un desastre humanitario. Pero apenas si sabemos situar a Yemen en un mapa. En Nigeria casi dos millones y medio de refugiados internos, y otros 200.000 en países limítrofes. Tal vez nos suene el conflicto del Boko Haram y su historial de torturas, secuestros y violaciones. Pero no deja de ser otro conflicto extramuros.

Ahora Mozambique ha aparecido fugazmente en nuestras pantallas, para mostrarnos un desastre meteorológico que ha arrasado medio país, se calcula que habrá al menos tres millones de personas afectadas, ya han contabilizado 700 muertos y las infraestructuras y viviendas costará años reponerlas. Extramuros. Sudán, Siria, Ucrania… Extramuros. La violencia es tal, el despropósito de la venta de armas de nuestras democracias a todos esos países para que se masacren, la hipocresía de la comunidad internacional, los intereses económicos que hay, inexcusablemente, detrás de cada conflicto, todo es tan desquiciadamente complejo que preferimos ocultarnos extramuros, silbar distraídamente y confiar en que toda esa barbarie no termine atravesando el muro, como en Juego de Tronos.

Están los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es cierto. Los Días Internacionales. La ONU y sus declaraciones. Incluso en la parte más combativa están los foros sociales, las mil coaliciones socioambientales, gente luchando honestamente por construir otro mundo mejor, en el que quepan todas las personas y puedan comer a diario, dormir sin miedo y disfrutar de todo lo bueno. Pero todo eso no parece que sea suficiente: el mundo sigue haciéndose añicos y en cada rincón del planeta hay guerras, torturas, engaños y malnacidos dispuestos a arrasarlo todo por un puñado de dólares.

No hay en el horizonte ninguna alternativa política que quiera cambiar esta realidad global, este orden de cosas. Es decir: no hay horizonte. Aún. Como dijo Peter Glotz hace unos años, para construir un nuevo modelo de solidaridad "la izquierda debe poner en pie una coalición que apele a la solidaridad del mayor número posible de fuertes con los débiles, en contra de sus propios intereses". La pregunta entonces sería: ¿Estamos dispuestos a trabajar contra nuestro propio bienestar, nuestros privilegios, nuestros lujos, para que haya igualdad de oportunidades para cada ser humano de este planeta?

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