Ética y derecho

Políticos y supuestos expertos podrán salir indemnes jurídicamente, pero moralmente no

El archivo provisional de la causa del 8-M, después de declarar José Manuel Franco ante la juez Carmen Rodríguez-Medel, ha dado un respiro al Gobierno de Pedro Sánchez. Esa decisión le sirve para que pueda seguir pavoneándose con sus pregones en los que se jacta de lo bien que lo ha hecho con esta pandemia, apoyándose en que se seguían las recomendaciones de los expertos capitaneados por el licenciado Simón. A la vista de este resultado, pudiera suceder que sobre nadie cayeran consecuencias penales por la gestión y que todas las denuncias se diluyeran como el alcohol lo hace en el agua, con lo cual Sánchez y los suyos podrían entrar en una especie de euforia perpetua.

Sin embargo, conviene reparar en algo importante, que va más allá de las responsabilidades penales y políticas. Me refiero a las éticas. Cualquiera que se interese por estudiar esta materia de filosofía de la moral y que acuda a sus textos, podrá encontrarse con un apartado dedicado a señalar sus semejanzas y diferencias con el derecho. Son dos ámbitos que están ligados pero que no deben confundirse y, por eso, no todos los planteamientos éticos están plasmados en normas o leyes que, si se transgreden, se convierten en faltas o delitos. En su ejercicio, los jueces dictan sus sentencias en función del marco legal existente, no en este o aquel fundamento ético. Por tanto, aparte de cómo se resuelvan todas las denuncias a los poderes públicos sobre sus actuaciones derivadas de la epidemia -que ya veremos como se solventarán porque siempre hay vacíos en las leyes-, individual y socialmente deberíamos atender y apreciar desde criterios morales las actuaciones habidas en relación con la Covid-19; porque ya ha pasado tiempo, más que suficiente, para llevar a cabo esa tarea ¿Y con qué nos toparíamos si nos ponemos manos a la obra? Pues con que hallaríamos no solo indicios sino hechos muy evidentes, desde antes del 8-M, que habría que valorarlos moralmente de manera negativa y, más de uno ellos, muy negativamente. Al respecto la lista sería extensa.

Sánchez y los suyos comenzaron diciéndonos calma y que no creáramos alarma social, mientras nos mentían y nos ocultaban la realidad. De verdad, ¿alguien se cree que no sabían lo que se avecinaba después lo que acontecía en Italia? Lo cierto es que han pasado muchas cosas muy penosas. ¿Y ahora? ¿Tan difícil es saber la cifra de fallecidos? A lo mejor, algunos políticos y supuestos expertos saldrán indemnes jurídicamente, pero moralmente ya están manchados.

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