Aminah es una mujer esencial, o al menos así la describen mis vecinos. Ellos llevaban dos años sumidos en la desesperación por la enfermedad de su madre, Josefa, a la que un accidente cerebrovascular la dejó sin habla y casi sin memoria. Me cuentan cómo tras hacer todo lo posible para mejorar su situación, fue la llegada de su última cuidadora la que ha obrado el milagro, su "ángel particular" como la llama Luisa, la hija. Aminah es la persona que ha conectado con Josefa, se entrega cada día para garantizar su bienestar, y además permite que sus hijos puedan trabajar con normalidad.

La epidemia de la Covid-19 ha servido para tomar conciencia del papel fundamental que las personas migrantes y trabajadoras tienen en nuestras ciudades, y no sólo las que tienen situaciones documentales regulares, sino todas. Temporeros recolectores, trabajadoras de lo doméstico y los cuidados, camareros de bar o camareras de piso, etc., La decisiva participación que las personas migrantes tienen en nuestra envejecida Europa, simbolizada incluso por el origen de los investigadores que han descubierto la vacuna contra la Covid-19, exige un gesto común que nos permita convivir en condiciones de igualdad y de prosperidad. Ya se acabaron las excusas.

Para recordarnos la importancia de cada uno de los brazos que suman nuestras comunidades, distintas organizaciones promueven una Iniciativa Legislativa Nacional para solicitar la regularización urgente de las personas migrantes en situación administrativa irregular. Persiguen que 500.000 personas rubriquen su apoyo para que pueda ser debatida en el congreso, personas capaces de mirar más allá de las consignas racistas que se airean continuamente y que, además, tengan la audacia de pensar cómo pueden blindar sus futuras pensiones.

Esta iniciativa es un ejemplo de democracia y autogestión. Las organizaciones que la promueven han puesto recursos particulares y han creado comités en diferentes provincias para dar a conocer la pertinencia de lo que se exige; ponen el foco exclusivamente en que es una cuestión de derechos y de justicia social, y nos recuerdan cómo esas personas sin documentación han sido las que se la "han jugado" para que nosotros pudiéramos comer, trabajar y resistir.

Ahora, cuando nos topemos con una mesa recogiendo firmas, demostremos que nosotros también somos #ESENCIALES.

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