Dice Constans que "no viene mal recordar que ante el infumable bestseller de moda y el vergonzante premio literario, existe la literatura inmortal". Además, una buena reseña o crítica de una obra de arte puede ser literatura auténtica. Pero hay reseñistas malos, pésimos. Algunos se empeñan en decir un montón de cosas sin sentido, que no entiende nadie, ni él mismo. Y esto ocurre por mercadeo (hoy por ti y mañana por mí) o por la falta de altura intelectual del reseñista que oculta con frases ininteligibles sus limitaciones. Y esto me recuerda a cuatro señores que se han puesto delante de la televisión a decir pamplinas y mentiras, banalidades, el mundo efímero, irreal y desinformado.

Aún hay un 25% de indecisos. Y lo que me sorprende es que no haya más. Porque un 25% es realmente poco si tomamos como medida la corta altura intelectual y personal de nuestros candidatos políticos. Estar indeciso refleja el presente. Y los indecisos pasean por un mundo efímero, un mundo que es flor de un día. Los políticos, por más que se empeñen en aferrarse a sus bancadas con iPad y sueldo semi vitalicio, seguirán siendo efímeros. Si han visto o escuchado los debates de los cuatro partidos (igual hubiera dado que en esos debates estuvieran cinco o seis o siete, o los que usted desee), habrán comprobado que usted que tenía ya decidido su voto ha pasado a engrosar la lista de indecisos. Miren, lo que se ve y lo que se escucha son mentiras, clichés establecidos de antemano que no representan a nadie, ni siquiera a ellos mismos.

Ahora se ha puesto de moda que los de la izquierda pidan el voto para que no vaya a la derecha. Y los de la derecha hacen lo propio. ¿Y qué hacen los indecisos? Pues al final votaran lo que les diga el ciruelo, o el naranjo, o el níspero. Y todas esas encuestas manipuladas que no sirven para nada son una demostración más de nuestra efímera sociedad. Todo es pasajero. Nuestro presente es y será en su esencia parte del pasado y del futuro.

En los debates políticos de televisión de esta semana solo hay un perdedor: España. No hay políticos de altura que nos representen, que defiendan nuestros derechos, que amen España. En 1634 se publicó el libro de Nieremberg Oculta filosofía. Nieremberg decía que la música tiene una capacidad terapéutica para sanar las dolencias del cuerpo, además es una medicina del alma. Escuchemos música, leamos un buen libro, y pasemos de esta panda de políticos de tres al cuarto antes de que ellos acaben con nosotros.

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