La condena a casi cuatro años de prisión al autor de una salvaje agresión a dos enfermeros en el centro de salud de Palos debe servir como ejemplo para que este tipo de actitudes no vuelvan a repetirse bajo ningún concepto. Las autoridades sanitarias, y también las judiciales, deben devolver la dignidad a todos los profesionales sanitarios. Han hecho su trabajo. Ahora es toda la sociedad en su conjunto la que debe respaldar un trabajo que redunda en beneficio de todos. El respeto al mismo tiene que ser escrupuloso y cualquier tipo de agresión, ya sea verbal o física, debe desterrarse, condenarse y rechazarse con la mayor contundencia posible. Simplemente por higiene pública.
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