Cuidado con los expertos

Los conflictos de intereses y las aspiraciones personales pueden tergiversar, ocultar o falsear la realidad

No me apabulla el que a alguien le pongan la etiqueta de científico, académico, universitario o experto, como marchamo de credibilidad a sus palabras en una entrevista, comparecencia o publicación. Si conozco a esa persona, obviamente, ya tendré una idea de ella y haré ese otorgamiento o no sobre la marcha. Si no es así, prefiero poner en cuarentena lo que le escuche o le lea; eso sí, dándole inicialmente la oportunidad de que me sea creíble. Quizás proceda de esta forma porque hago una transferencia a mi vida prosaica del escepticismo propio del método científico. Por supuesto, no es discutible que existen muy buenos profesionales y pensadores que se merecen esos calificativos y toda la consideración por lo que saben, transmiten, hacen y desarrollan. Por mi parte, muchos la tienen. Pero lo expuesto al principio, se basa en asuntos que conviene tener presente. En primer lugar, porque no todos los que trabajan en instituciones, empresas o a escala individual alcanzan un mínimo estándar de calidad, a pesar de que se hayan utilizado criterios de selección; aún así, es evidente que hay otros muchos cuyos niveles son superiores e, incluso, algunos situados en la excelencia. Pero hay otra cuestión más que debemos considerar el grado de comportamiento ético; no podemos olvidar que los conflictos de intereses y las aspiraciones personales pueden conducir a que se tergiverse, oculte o falsee la realidad para satisfacer a estos cuando aquél es escaso o nulo. Durante este tiempo que el coronavirus viene acaparando nuestra atención se han escuchado declaraciones que nos tientan a pensar que detrás de ellas habría algo que enturbiaba la transparencia; como por ejemplo, ¿el mantenimiento de un cargo que se ostenta o la pretensión de alguno superior, como un ministerio? ¿O la defensa del gobierno, solo por pura coincidencia ideológica? Dicho esto, es de esperar que Fernando Simón, responsable de las alertas y emergencias sanitarias, no se extrañe de que se le haya puesto en cuestión y que más de uno se haya hecho preguntas por sus declaraciones, porque al margen de su preparación y conocimiento, es evidente que ha habido comparecencias en la que su rol se parecía más al del portavoz de Pedro Sánchez que al del experto. ¡Y qué decir de Tezanos, responsable del CIS! ¿No es ejemplo paradigmático del favoritismo? Elabora las preguntas y cocina las respuestas de las encuestas para que el PSOE siempre salga muy requetebién parado. En conclusión: cuidado con los expertos.

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