Visiones desde el Sur

Balances

Hay que fomentar la ayuda a los más pobres y recortar los derechos de las empresas que han creado las patentes

Hoy, en el calendario gregoriano que utilizamos en Occidente y en muchos otros lugares del mundo, es el día en que finaliza un año y comienza otro; por esa razón entraremos en breves horas en el año 2022.

Lo de cronometrar el tiempo es un asunto de utilidad pública que viene de viejo y, por ello, múltiples civilizaciones, antes de que el Papa Gregorio XIII promulgara su uso a través de la bula Inter Gravissimas en 1582, todos los pueblos han intentado medir el tiempo de una forma u otra con objeto de organizar y cronometrar las tareas, los quehaceres y el tiempo de las personas y de las cosas.

Bien. También es costumbre, y esta es generalizada, el hacer un balance de lo más destacado del año que se fue, para dejar asentadas las luces y las sombras de lo acontecido en el mismo, de cara a que la Historia vaya engordando con dichos conocimientos.

Pero, qué de positivo y de negativo hemos de contar en un año sacudido por el terror de una pandemia, que, antes de acortar sus efectos y disminuir sus consecuencias, pareciera extenderse en el tiempo sin que encontremos un remedio farmacéutico, un tratamiento, que ponga fin a este desmadre vírico, y a este desconocimiento supino que los científicos del orbe han demostrado hasta ahora ante la virulencia de la pandemia, para que, aún, cuando hemos sobrepasado los dos años desde su aparición, estemos a dos velas, es decir, a ciegas.

Mientras tanto, las industrias que producen las vacunas y todos los accesorios necesarios para poder realizar una medicina de carácter paliativo, que es lo único que puede hacerse, se están poniendo las botas, llenando sus arcas de dinero público de los países que pueden pagarla, mientras que, la ciudadanía de los países pobres, aguantan las diferentes oleadas a pelo, o ayudados por la beneficencia o por esa sopa boba de algún gesto que otro por parte de algún magnate o de contados países que, con esa seña solidaria, pretenden lavar su conciencia y de paso quedar bien ante su electorado, que es lo único que les importa.

No hay solidaridad en el mundo. Y sin la misma no se acabará con la pandemia, no es posible. El trabajo desarrollado por las organizaciones no gubernamentales en este aspecto, poco puede ayudar. Es necesario que los organismos supranacionales se pongan las pilas en dos aspectos: en fomentar la ayuda a los Estados más pobres y/o, en recortar los derechos de las empresas que han creado las patentes. No hay otras opciones.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios