El Malacate

Javier Ronchel

jaronchel@huelvainformacion.es

Abierto el nuevo trazado del AVE entre Huelva y Sevilla

La manifestación del campo onubense esta semana en Sevilla ha marcado el camino de las reivindicaciones de la provincia, que tiene mucho que recorrer por las infraestructuras El Malacate: Huelva, destino fantasma

Tractores abriendo la manifestación de los agricultores onubenses el jueves en Sevilla.

Tractores abriendo la manifestación de los agricultores onubenses el jueves en Sevilla. / Jordi Landero

MÁS de 15.000 personas procedentes de la provincia de Huelva se manifestaron este jueves por las calles de Sevilla. Había agricultores, jornaleras, representantes de organizaciones agrarias y sindicatos, familiares de todos ellos... gente del campo onubense, que no dudó en parar durante un día su actividad. Y el paro fue prácticamente total en medio de la campaña de recolección de la fresa y los frutos rojos, que sustenta al sector y, en buena medida, al empleo y la economía provinciales en Huelva.

Los agricultores se plantaron y se echaron a la calle en Sevilla para reclamar agua. Nada que ver directamente con el problema de los regadíos de Doñana o las movilizaciones que al mismo tiempo se están extendiendo entre toda la Unión Europea agraria. Lo de este jueves fue un golpe en la mesa para gritar “¡basta!” y exigir la ejecución de las obras previstas y aprobadas hace años para dotar a la provincia de Huelva de infraestructuras de almacenamiento y conducción hidráulicas. Actuaciones comprometidas, incluidas en una Ley de trasvase incluso, que siguen sin ser una realidad en un territorio que deja escapar miles de litros de agua cada vez que llueve y que podría estar en una situación mucho más favorable, teniendo en cuenta el contexto actual de sequía y necesidad extrema en el que estamos. Éste ha sido el detonante de no esperar más y hacer visible el hartazgo en la agricultura onubense.

Los casi dos kilómetros de recorrido en las calles de Sevilla, desde el recinto ferial hasta la Plaza de España, mostraron el masivo desplazamiento realizado desde Huelva, para sorpresa de nuestros vecinos sevillanos, con una formación de tractores abriendo el camino en el asfalto urbano, con unas imágenes que han dado la vuelta a España y Europa, con el empuje extra de esa movilización europea generalizada en otros frentes.

Todos los que estaban el otro día en Sevilla estaban alertando sobre el riesgo que existe sobre su futuro. También los jornaleros, y las mujeres contratadas en origen en otros países, que ven peligrar la fuente de empleo que es el campo, siempre reflejada como tabla de salvación en los datos mensuales sobre el paro en Huelva.

El futuro en juego, por el que se luchaba este jueves, es también el de la propia provincia onubense. La falta de agua afecta muy directamente al sector primario, imprescindible para la propia subsistencia humana, pero también para otros pilares de la economía, como la industria, impulsada ahora con proyectos energéticos que necesitan del agua como fuente productiva, y el turismo, que también puede enfrentarse a situaciones dramáticas este verano si no se encuentran soluciones hasta entonces. Y mientras la lluvia siga sin aparecer en la medida que debe.

Aunque probablemente no será hasta que haya restricciones al consumo doméstico en las zonas más pobladas de la provincia cuando todos los onubenses seamos conscientes de la importancia de lo que se reclamaba esta semana en Sevilla. Hay quienes las sufren hace años en la Sierra, en pequeños núcleos y municipios a la espera todavía de que una infraestructura básica proporcione normalidad al suministro. En la costa y en la capital, cuando haya que racionar la apertura de los grifos, la situación habrá empeorado un poco más, disparará la indignación entre el grueso de la población onubense y entrarán las prisas para que se de con una solución para todos.

Quizá por todo eso, las 15.000 personas que se manifestaron en Sevilla fueron pocas. Podrían haber sido el doble. Muchas más. Y ese golpe de efecto que se consiguió, con presencia en todos los telediarios nacionales, que giraron sus cámaras para enfocar a esta aldea gala aislada que es Huelva, podría haber sido mucho mayor y tener una onda expansiva de mucha más fuerza. Todo se andará, se entiende, porque la sequía está entre nosotros para continuar todavía una buena temporada, si las nubes no lo evitan, porque las obras hidráulicas pendientes parecen aún un gigante al que cuesta moverse, a menos que haya voluntad entre el Gobierno.

¿El doble de manifestantes por el AVE?

Pero esto nos lleva a otra reflexión que surge con naturalidad, en forma de pregunta: ¿podría la provincia de Huelva, su gente, llevar otras 15.000 personas al menos a Sevilla para reclamar esas otras infraestructuras pendientes de transporte? ¿Podría duplicar incluso esa cifra para pedir todas las inversiones necesarias para trenes, carreteras, puentes, hospitales, red eléctrica, agua...? ¿Podrían llegar a Madrid o bastaría extender la protesta a Sevilla?

Hay quienes ya están haciendo sus cuentas: desplazar a 30.000 personas a Sevilla sería colapsar prácticamente la A-49 con unos 600 autobuses, quizá la mitad si otros se mueven por otros medios. Una caravana reivindicativa, seguro, con eco en todo el país. Y un riesgo en carretera, seguro, que sería menor si hubiera conexiones ferroviarias dignas con la vecina Sevilla o la más lejana Madrid. El quid de la cuestión.

Al margen de estas ideas que ya empiezan a propagarse en algunos foros en Huelva, sí cabe mirar al paro del campo onubense como ejemplo de que reivindicaciones de este tipo son las que consiguen repercusión exterior. Y quizá es lo que falta, como algunos colectivos sociales barajan hace tiempo, para que sean escuchadas y consideradas las demandas de inversión pública en Huelva, fruto de necesidades reales, muchas promesas incumplidas, agravios comparativos y evidentes desventajas competitivas.

El campo ha marcado el camino paras las reivindicaciones de inversiones en Huelva

Los tractores que abrían la marcha este jueves en las calles de Sevilla de algún modo han marcado el camino y abierto el nuevo trazado del AVE entre Huelva y Sevilla. Nada más simbólico para la bandera de las reivindicaciones en la provincia onubense, que es, realmente, una más de las tantas que hace décadas vienen repitiéndose sin que nada avance. Y no deja de ser paradójico en una tierra llamada a ser fuente de riqueza energética y económica de Europa.

La gente del campo, gente sabia por naturaleza, ha dado una lección esta semana al resto de onubenses. Ha dado un paso importante, pese a que debería haber tenido más compañía ajena a su sector. Ha marcado el rumbo en un problema que es realmente de todos, y para otras necesidades históricas, pendientes de subir un escalón reivindicativo mayor.

Se repite también estos días la referencia a la mítica movilización del 3 de marzo de 1988 que propició la creación de la Universidad de Huelva. Es inevitable. No fue sólo aquel paro y manifestación, fueron otros previos y los siguientes. Y la de este 1 de febrero seguramente sea sólo el principio de otras por venir.

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