Desde que el Decano anunció hace bien poco que había superado la cifra de 13.000 abonados no dejaba de recordar aquellas palabras de ese personaje que, en una nueva entrega de su sapiencia gestora, infalible capacidad adivinatoria y profundísimo conocimiento del medio, soltó justo antes de llevarnos al pozo; fue otra de esas perlas inolvidables: “En Segunda B el Recreativo morirá de inanición”. Lo dijo en una entrevista en este mismo medio y es verdad que, tiempo después, matizó un poco tal sentencia hablando de no sé qué Real Decreto y otros cuentos chinos de esos que se sacaba de la manga periódicamente. ¿Qué es la inanición? ¿Y tú me lo preguntas? Inanición… ¡eras tú!

No es que el club más antiguo de España no sólo no haya muerto de debilidad desde que él lo pisoteara para llevarlo al tercer escalón del fútbol español y hasta casi hacerlo desaparecer sino que, desde entonces, y pese a que ha tenido retos y socavones prácticamente imposibles de superar, ha salido de ellos con mucha más fuerza que antes. Y sin secretos, porque la clave está en la masa, ésa que ni en una especie de Regional Preferente le dejó solo (los 9.500 abonados en 3ª RFEF, como los más de 10.400 del curso pasado, siguen siendo registros alucinantes) y gracias a la que, con el cariño y la furia demostradas todo este tiempo, hoy el Recre tiene oxígeno. Es que hay que ponerlo en perspectiva: sólo con el número de carnés actuales se llenaría a reventar, cada domingo, el antiguo Colombino. No se me ocurre mejor legado que hayan podido dejar todos aquellos que intentaron hundir al pionero así que, estén donde estén (algunos siguen muy cerca disimulando, como si nos hubiéramos olvidado de sus caras y de sus hechos), gracias de corazón por lo que habéis conseguido. Eternamente agradecido.

En medio de esta nueva ‘recremanía’, la segunda real que yo vivo después de esa época nacida con el recordado recibimiento tras lo de Soria, llega un partido contra el líder en un duelo que suena a Segunda sin serlo, pero que acumula alicientes para que se pueda vivir así. Que Abel y los suyos afinen la puntería… y que ustedes, queridos inanes, lo disfruten, que lo merecen.

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