Hay noticias que ilusionan y que Talavante haya dicho que vuelve es una de ellas sobre todo porque es evidente que su adiós dejó un hueco que nadie ha rellenado y también porque es notorio que su ausencia ha perpetuado a algunos en los carteles de la temporada sin ni siquiera merecerlo. El adiós de aquel octubre de 2018 con Padilla diciéndole adiós a todo el toreo sobre sorprendió por la forma, sí, pero también por el fondo que parecía tener y del que evidentemente se culpó a Matilla. Sinceramente no creo que fuese una sola causa la que empujó a Talavante a irse a ese respiro espiritual necesitado. Talavante es un torero tan especial en lo personal como en ese tipo de toreo que rompe en inspiración y abandono en el momento más inesperado. Es ese tipo introvertido en su intimidad toreando con una silla de enea a una vaca en el campo como también el dueño de una mano izquierda tan llena de sueños diferentes. El tipo capaz de prestarse a cantiñear en plena actuación frente a un toro como el que arrebata una feria de San Miguel por naturales a todo el toreo. De todo eso está hecho ese torero diferente que es Talavante. El anuncio del retorno tiene otro componente no escaso de interés porque lo hace junto a una figura respetada en el toreo como es Roberto Domínguez. Toda una declaración de intenciones porque en esa figura del apoderado independiente se lee también una temporada bien diferente de la que una casa grande es capaz de proporcionar. El gesto es bien claro porque algunas de esas casas 'grandes' del toreo le dejaron solo cuando consintieron que ferias que merecían tenerle dentro no lo hicieron quizás porque el cambio de cromos así lo exigía. El reto está planteado y Olivenza es la piedra de toque con la que Talavante plantea su próxima temporada. Conociendo al dueño, que nadie espere que llegue con la cabeza gacha.

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