Cultura

Una poderosa expresión visual

Huelva Puerta del Atlántico.- T.O.: "No country for old men".- Producción: Estados Unidos, 2007.- Duración: 122 minutos.- Dirección: Ethan Coen y Joel Coen.- Guión: Ethan Coen y Joel Coen basado en la novela de Cormac McCart.- Fotografía: Roger Deakins.- Música: Cartel Burwell.- Montaje: Roderick Jayness.- Intérpretes: Tommy Lee Jones, Javier Bardem, Josh Brolin, Woody Harrelson, Garrett Dillahunt, Kelly MacDonald, Tess Harper.

Dentro de la programación cinematográfica en la actividades estivales que viene desarrollando la Concejalía de Turismo del Ayuntamiento de nuestra capital en el Centro de Interpretación Huelva Puerta del Atlántico, se proyectó esta película notoriamente premiada en los Oscar de 2008 y que tuvo especial relieve en España por el galardón concedido al actor Javier Bardem, como Mejor Actor de Reparto.

En aquel tiempo dábamos por buena, muy efectiva, toda la publicidad que recibió la película merced a los premios recibidos, particularmente el de Javier Bardem, si ello redundaba en beneficio de la difusión del film porque ello permitirá conocer una más de las obras valiosas de los hermanos Coen. No haría falta decir, aunque nunca viene mal, que la filmografía de Ethan y Joel Coen, desdeSangre fácil (1984), es todo un cúmulo de una cinematografía sólida, que ha creado en la cosmogonía fílmica un mundo muy personal con un poder visual realmente fascinante y un talento admirable.

No es país para viejos no es la mejor película de los Coen, pero tiene las características de buena parte de la temática de su peculiar cinematografía. No estamos ante la bondad inolvidable de Muerte entre las flores (1990) -para mí la mejor- o El hombre que nunca estuvo allí (2001). Mezclando estéticas tan bien definidas, el western o el thriller urbano, combina también los valores que suelen ser constantes vitales y específicas de su valiosa filmografía, en la que palpita ese reducto expreso de una cultura genuinamente norteamericana.

Concepción nihilista de un relato en el que, a veces fríamente, sus imágenes, intensas y perfectamente expresadas, vibran constantemente en función de la intriga y la violencia. Todo ello para poner en escena una historia fiel a la novela de Cormac McCarthy, sobre el siniestro y brutal rastro de sangre que deja el botín de dos millones de dólares, robado en una operación de narcotráfico en la desolada y calurosa Tejas, tras una masacre sanguinaria y letal. Así se articula un minucioso, y a veces demasiado prolijo trabajo, donde la expresión visual es más poderosa y definitoria que la propia actitud de los protagonistas e, incluso de sus palabras, siempre mínimas y más bien escasas. Su mundo interior, en un ámbito de un dominante laconismo, resulta más impresionante en esos gestos que muestran atormentados instintos personales.

Insisto en que la dialéctica visual de los Coen se mantiene fiel a la temática que siempre inspiró su brillante obra cinematográfica. Dentro de esa diferencia con sus títulos más destacados, que son mayoría, se advierte una decidida vuelta a su ejecutoria más brillante y acertada. Pero conmueve su compleja profundidad, su madurez en la concepción de las imágenes, que una magistral fotografía y unos oportunos encuadres realzan y subliman y donde no faltan rasgos humorísticos a modo de guiños malévolos y peculiares del estilo inconfundible de estos hermanos tan identificados en su ejecutoria fílmica.

Este hipnótico relato de intriga y violencia, como algunos lo calificaron en su día, sin ser una de las mejores obras de los Coen, nos ofrece una clara muestra de la fuerza e intensidad narrativa y visual que siempre ha caracterizado a estos directores. De aquí que lo que se iniciara veinte años atrás como una clara referencia a ese cine independiente, popularmente conocido como indie, ha confirmado el reconocimiento de jóvenes valores, los outsiders, esos creadores, esos artistas que han trabajado a lo largo de su dedicación en una industria a veces un tanto marginal que sitúa el cine fuera de las influencias del stablishmen. Con el tiempo el cine de los Coen se emplaza en los parámetros de la gran producción de Hollywood sin concesiones a la comercialidad y manteniendo toda su personalidad.

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