Cultura

Una placa y un montón de jamón

  • Fernando Cuadri recibe el homenaje de la Peña Talavante de Arroyomolinos El ganadero estuvo acompañado por el periodista Manuel Jesús Montes y el empresario Jesús Medrano

UN año y medio largo después de lidiar una espléndida corrida de toros en Arroyomolinos de León, a los ganaderos le otorgaron en la noche del pasado viernes un homenaje en forma de cariñoso y emotivo acto, que uno no se hubiera perdido por nada del mundo, si no hubiera sido porque ciertos imponderables lo fastidiaron del todo. Mas, aún en la lejanía que Arroyomolinos otorga desde la capital, la cercanía de algunos de los protagonistas de la noche dejan llegar a través de una charla los mimbres de lo que fue recordatorio y homenaje de hombres y mujeres aficionados, hacia una divisa que no solo hizo historia aquel jueves de agosto del 2011, por haber lidiado uno el más serio encierros de cuantos se corrieron en los ruedos provinciales, sino que además lo hizo, de la mano de dos animales muy importantes en cuanto a la visión y pensamiento que del toro se tiene dentro de esa casa ganadera.

Pero dejemos puesto el capote entre el viaje del toro y la necesidad de contar, con cierto orden cronológico, un acto no solo entrañable, sino importante, como el que concurrió a cargo de la Peña Taurina Alejandro Talavante, la entidad que logró reunir en torno suyo la personalidad de Fernando Cuadri, mejor representante de esa casa ganadera y al periodista Manuel Jesús Montes, bajo la presencia del empresario onubense Jesús Medrano, pieza importante en el engranaje previo de este acto que les cuento.

La sabiduría del ganadero, frente a la profesionalidad del periodista. Un tamden imprescindible para tejer sensaciones bonitas y básicas desde la que entender el por qué, aún siendo éste un hierro de públicos, todos los profesionales del toreo le mantienen ese respeto y aprecio.

Es desde esa atalaya desde la que se puede entender la enorme importancia histórica de lo que aconteció en una modesta plaza de toros onubense, que solo llenó la mitad de su aforo para contemplar el excelente juego de seis negros cuadris, llenos de nobleza y temperamento.

De la mano del periodista invitado, Manuel Jesús Montes, a la sazón amigo y artífice de la relevancia de muchos actos en torno al toro, los preámbulos de la charla acometieron la tarea de centrar, de forma somera pero efectiva, los orígenes de una ganadería donde la figura de Celestino Cuadri conlleva siempre al principio personalísimo de unos toros que desde luego no eran lo que buscaba, pero con los que se encontró y a los que a través del tiempo dotó de la impronta y personalidad que les define a lo largo de su paso por la Fiesta. Aunque tal y como el propio Fernando Cuadri aceptara a reconocer, "la generación de ganaderos que represento hemos puesto sobre la ganadería dos aspectos que definen a un toro más grande y noble que los cuadri originarios".

Fue inevitable que sobre el albero de la noche estuviera presente el próximo cambio generacional, ese que representan los hijos y sobrinos de los actuales ganaderos. Sobre ello dijo Fernando Cuadri que "los que nos relevan son la generación más preparada de los cuadri y de hecho guardan una connotación importante respecto a nuestro hierro, y es el hecho de que no necesitan la ganadería para vivir su vida. Afortunadamente son independientes, y esa independencia es la que les da la libertad que mi padre siempre buscó para ser ganadero".

Fernando Cuadri, quien reconoció la propia pena por no haber podido recuperar como ganadero a un toro excepcional como fue Comino en Castellón, destacó que en Arroyomolinos saltaron al ruedo dos toros vitales para el desarrollo del la ganadería como fueron Tacholero, lidiado por Blanco y Bienvenido, que en manos de Silvera sirvió para rememorar el buen toreo que siempre adornó al torero del Molino.

Muchas cosas, siempre desde la honestidad, la modestia ganadera y el acompañamiento del presidente de la Peña la Divisa, el periodista José Luis López y la directiva de la peña anfitriona.

El resto no tiene demasiada importancia, incluido el título de esta crónica que me puso en suerte Manuel Jesús Montes cuando le pregunté qué le dieron, y me largó, ufano y agradecido: "una placa y un montón de jamón".

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