Cultura

La obra de Pleguezuelo emerge del olvido

  • El sello Quorum publica los textos completos del escritor gaditano, que vivió en Sevilla sin olvidar sus raíces

Los textos de Francisco Pleguezuelo (Cádiz, 1928-Sevilla, 2008) dormitaban hasta ahora en el fondo del inmenso océano que lo vio nacer y con el que tanto conversó en sus ratos de inspiración y ocio. Poco dado a publicar, salvo en los primeros años junto al relevante grupo de poetas y escritores que alumbraron las revistas El Parnaso y Platero, la mayoría de sus escritos se habían refugiado en el ámbito doméstico y no escapaban de su reducido círculo particular. También se salvaron del anonimato los artículos periodísticos publicados en Diario de Cádiz o Abc, incluido el que le valió ganar el Premio Romero Murube en 2006. No fue, por tanto, un autor prolífico, y quizás tampoco excesivamente constante porque su vida no dependía de la literatura (licenciado en Derecho, trabajó en una empresa familiar de materiales de construcción), pero la enfermedad detectada unos años antes de su fallecimiento le llevó a refugiarse de lleno en la literatura, como lector y como autor, y a plasmar en una prosa limpia y profunda, en deliciosos relatos cortos con marchamo de memorias, las evocaciones de su vida en las ciudades de Cádiz -infancia y juventud- y Sevilla -etapa universitaria y profesional-. Estos textos tardíos y los anteriores emergen ahora del océano, de las profundidades del olvido, gracias al trabajo familiar y a la edición que la editorial gaditana Quorum, bajo el título Francisco Pleguezuelo. Obra completa, acaba de sacar al mercado.

Alfonso Pleguezuelo, sobrino del escritor y catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, ha sido el encargado de recopilar los textos, agruparlos y ordenarlos para dar cuerpo a una obra prologada por el catedrático Rogelio Reyes, que colaboró también activamente en la edición. Aunque la primera intención fue la de publicar dos libros, uno con los textos gaditanos y otro con los sevillanos, los editores de Quorum propusieron agruparlos en un solo volumen con la intención de que se percibiera mejor la hondura y el significado de este navegante literario que supo, al mismo tiempo, disfrutar de la costa atlántica y de la ribera del Guadalquivir. El libro, de hecho, será presentado próximamente tanto en Sevilla como en Cádiz, las dos ciudades netamente protagonistas de sus relatos.

Además de familiar, la relación de Alfonso Pleguezuelo con su tío Francisco fue literaria, pues él era uno de los pocos a los que el autor gaditano confiaba sus escritos: "Él escribía por placer personal y sin un plan de publicar sus escritos. Para mi tío, como suele ocurrir con las personas de temperamento artístico, expresarse era como respirar, una pura necesidad que no comportaba forzosamente el hecho de hacer públicos los resultados".

Siempre tuvo, sin embargo, Alfonso Pleguezuelo la certeza de que la obra de su tío debía ver la luz y ser conocida, un paso que se aceleró con la enfermedad y la muerte del escritor: "Cuando mi tío ya estaba bastante enfermo, le pedí que me facilitara lo que había escrito en los últimos años para plantear un nuevo libro después de haberle ayudado a publicar unos años atrás El olor de la seba, a través de la Fundación El Monte -con prólogo de Aquilino Duque-. Lamentablemente, justo el día fijado para esa entrega, fallecía y fueron sus hijos, mis primos, los que localizaron el material y me lo pasaron. En esa triste circunstancia pensé que el mejor homenaje que podría hacer a mi tío era trabajar en el proyecto de publicar sus textos a título póstumo".

Un trabajo intenso, pese a la pulcritud del escritor, que el catedrático sevillano afrontó con la certeza de que el corpus literario de Francisco Pleguezuelo no podía permanecer más tiempo en el limbo que alberga los textos inéditos: "Mi tío era una persona sumamente ordenada pero, obviamente, no podía prever los acontecimientos que sobrevinieron. El trabajo para encontrarlos tuvo cierta dificultad pero no demasiada porque estaban en su ordenador y en esto me ayudaron mis primos. Algo de trabajo, pero que asumí con mucho placer, ocasionó identificar las últimas versiones de los textos que habían sido modificados en varias ocasiones, leerlos todos y darles un orden lógico para agruparlos con vistas a su posible edición. Fue al leerlos y comprobar su cantidad y, sobre todo, su calidad literaria cuando me planteé firmemente trabajar por hacer posible su publicación".

Fue una labor que se prolongó durante algo más de tres años y en la que Alfonso Pleguezuelo se apoyó literariamente en un especialista como Rogelio Reyes, quien había descubierto a Francisco al formar parte del jurado del premio Murube: "Entonces me di cuenta de que detrás de aquel memorable artículo de 2005 sobre el Giraldillo (Historia sentimental de una restauración: el regreso de la Dama), había un gran escritor. Cuando se le declaró ganador y se abrió su plica, hubo miembros del jurado que lo ratificaron y que ya lo conocían", explica Rogelio Reyes.

Este catedrático está convencido de que, sobre todo para los gaditanos, el libro de Quorum será un "descubrimiento magnífico, una sorpresa muy agradable. Él tenía una enorme capacidad de evocación, una memoria vivísima, y en sus textos está el Cádiz de su niñez, en relatos cortos con una gran carga lírica, también muy sencillos, con un vocabulario, en ocasiones, levemente arcaizante gracias al dominio de un léxico que él conoce muy bien, como el marinero. Y con un sentido del humor muy fino. Como señalaba Aquilino Duque en su prólogo de El olor de la seba, un libro precioso por cierto, la prosa de Pleguezuelo camina entre el poema en verso y el cuadro de costumbres".

Su dominio del léxico marinero fue tal -era un apasionado de la pesca y sus veranos los disfrutaba entre Rota y Chipiona-, que Alfonso Pleguezuelo y Rogelio Reyes se plantearon incluir en esta edición un vocabulario de términos marineros, aunque finalmente la idea, recuperable sin duda en un estudio más profundo de su obra, quedó varada para otra ocasión.

Francisco Pleguezuelo. Obra completa se abre con los poemas que se publicaron en El Parnaso o Platero, revistas en las que el escritor compartió aventura literaria con Caballero Bonald, Fernando Quiñones, José Luis Tejada, Pilar Paz Pasamar, Julio Mariscal, los hermanos Murciano o Ramón Solís, entre otros. Prosigue con los relatos, la mayoría inéditos, agrupados bajo los títulos El olor de la seba, El mar con Cádiz al fondo, Guadalquivir arriba, Nerja, Memorias de la taberna, Historias de Juan y Círculo literario, donde se incluye un certero artículo sobre Fernando Quiñones. Y se cierra de nuevo con verso, con un brevísimo poema familiar titulado Para mi sobrina.

Pese a residir la mayor parte de su vida en Sevilla, Francisco Pleguezuelo no olvidó su provincia natal, como explica su sobrino Alfonso: "Siempre me pareció ver el vínculo de mi tío con Cádiz, y también de mi propio padre, como el de unas personas que han sido muy felices en su infancia y en su adolescencia y por tanto han establecido una relación con su medio extraordinariamente positiva y armónica. Y cuando hablo de medio me refiero a su sentido más amplio porque mi tío y toda mi familia gaditana estaba formada por personas de una enorme sensibilidad ética y estética. Es esta relación con el medio la que le llevó a escribir sobre todos ellos".

Y es que ese Cádiz evocador de infancia y adolescencia está presente en buena parte de los relatos: sus estudios en San Felipe Neri y el instituto Columela, recuerdos de La Tía Norica, personajes, calles, costumbres. A modo de ejemplo, Salgari y las ensaimadas, donde Pleguezuelo relata cómo en ocasiones se gastaba las perras gordas y chicas que su madre le daba para comprarse un dulce, en adquirir libros con las aventuras del célebre escritor italiano en una librería de Ancha, la misma calle de Cádiz donde, paradojas del destino, se encuentra Quorum.

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