Cultura

Virtudes públicas...

CineBox Aqualon Puerto Huelva.- T.O.: 'Las viudas de los jueves'.- Producción: España y Argetina, 2009.- Duración: 126 minutos.- Dirección: Marcelo Piñeyro.- Guión: Marcelo Piñeyro y Marcelo Figueras basado en la novela de Claudia Piñeiro.- Fotografía: Alfredo Mayo.- Música: Roque Baños.- Montaje: Juan Carlos Macías.- Intérpretes: Leonardo Sbaraglia, Pablo Echarri, Juan Diego Botto, Ernesto Alterio, Gloria Carrá, Ana Celentano, Camilo Cuello Vitale, Adrián Navarro, Juana Viale

Seguimos la filmografía del director argentino Marcelo Piñeyro desde su participación en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva con títulos tan valiosos como Caballos salvajes (1995) y Cenizas del paraíso (1997). Pero después hay en su ejecutoria películas tan interesantes como Plata quemada (2000) y El Método (2005). Sin llegar a esa altura Las viudas de los jueves, basada en la novela de Claudia Piñeiro, que fue un éxito editorial, es una perfecta simbiosis entre los vaivenes del ámbito social y la crisis que ha aquejado duramente a Argentina, dejando huellas lamentables de las que aún se aflige. Algo de lo que aquí pasa en cierto modo y de lo que nuestros cineastas paniaguados no parecen sentirse interesados. Marcelo Piñeyro analiza con inteligencia esta grave y trascendental situación. La visión tenebrosa de tres cadáveres flotando en una lujosa piscina de una mansión de la urbanización privada de Altos de la Cascada, es el arranque de esta especie de thriller social. El suceso conmociona a estas gentes que viven en esta especie de ghetto fastuoso, sofisticado y elegante, de una sociedad que goza de un aparente bienestar y juega al tenis o al póker, porque la revisión de las actividades de las víctimas, de sus oscuros negocios, de sus extrañas inversiones, hacen pensar que la muerte de tan destacados miembros del club, considerada un accidente fortuito, una tragedia lamentable, un infortunio desgraciado, entraña un misterio muy sospechoso. En un supuesto mundo de seguridad y dicha, donde la felicidad no garantiza la prosperidad permanente, hay un subsuelo resbaladizo tan inquietante como la atmósfera alborotada que se vive en la calle donde las manifestaciones se suceden culpando a aquellos que han hecho posible la crisis económica y el derrumbe social.

Marcelo Piñeyro, como otros realizadores argentinos, no ha dudado en asomarse a ese mundo controvertido de la sociedad y la economía de su atribulada nación. "Vayamos a un país más serio", dice uno de los personajes de esta trama coral de aguda crítica a un modelo social bien retratado y explícito. Con la vieja técnica del flash back, el director analiza esas vidas y esas circunstancias. Las claves narrativas no son muy evidentes pero se aprecian fácilmente, tanto para plasmar en bellas imágenes esta rutina de la prosperidad, este microcosmos social de virtudes públicas y vicios privados, de personajes que enjugan sus incertidumbres y sus aflicciones entre whisky y Prozac. En suma las demoledoras ambiciones de algunos que, sin prejuicios morales, arruinaron las vidas de muchos de sus conciudadanos. Extrapolemos la circunstancia que merece la pena considerarlo.

Esta ácida y crítica retrovisión se pierde algunas veces en unos diálogos excesivos, ajenos al infierno social que se ha desatado más allá de esos muros festoneados con parterres, arriates, amplias piscinas y jardines de diseño. Sujetos de un capitalismo despiadado, cínicos y engreídos, protegidos políticamente, convidados de un sistema corrupto, responsables todos ellos de una inevitable catástrofe que propicia la ruina y el enfrentamiento social. Este juego inteligente, vivaz y constante entre el presente y el pasado, acrece a veces por la naturalidad de los intérpretes, entre los que destaca de manera evidente Leonardo Sbaraglia, el mejor de todos ellos, junto a la positiva revelación del joven Camilo Cuello Vitale, para llenar ciertas vacuidades del guión y de la propia realización.

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