Cultura

Retorno a la grandeza

  • El tomo noveno de 'Conan la leyenda', incluye 'El coloso negro', gran adaptación de uno de los cuentos más célebres del personaje

Qué lejos queda ya aquel Conan publicado por Marvel en la década de 1970, el de Roy Thomas a los guiones y titanes como Barry Smith o John Buscema al dibujo. Fue aquella interpretación épica, adictiva, colorida y coherente la que catapultó a la fama mundial al personaje creado en 1932 por el texano Robert E. Howard (Peaster, 1906-Cross Plains, 1936), un Conan el cimmerio que ya siempre será Conan el bárbaro, haciendo honor al nombre de su primera y más longeva serie de tebeos: Conan the Barbarian (275 números mensuales y 12 anuales, entre octubre de 1970 y diciembre de 1993).

De los casi 30 años que Marvel detentó los derechos de adaptación del personaje, la edad dorada -esto lo sabe todo lector atento- son los 11 primeros, justo hasta la marcha de Thomas, un escritor diestro, culto y respetuoso con dos tradiciones distintas y a la postre complementarias; por un lado, la de la narrativa pulp de Howard y los diversos pastiches literarios que ensanchan las crónicas del personaje, y, por otro, la del subcosmos superheroico iniciado por Stan Lee y Jack Kirby en los 60. Al mezclarlas ambas, Thomas -guionista como se ha dicho, pero también editor de esa primera década del personaje- creó una bomba comercial de tamaño mayúsculo, y las cabeceras protagonizadas por Conan se multiplicaron progresivamente, comenzando con The Savage Sword of Conan, Giant-Size Conan y King Conan. El éxito fue tan arrollador que el cimmerio saltó a las tiras de prensa en 1978, al cine en 1982, a los videojuegos y a los juegos de rol en 1984, a los dibujos animados en 1992 y al mundo de las teleseries basura en 1997. Claro está que para aquel entonces a la marca registrada le quedaba poco de la magia de Thomas y compañía, y menos aún de la fenomenal esencia howardiana, motor y causa de todo el asunto.

El regreso a la grandeza del personaje ha llegado a comienzos del nuevo milenio, cuando la acumulación de desaciertos artísticos por parte de Marvel -con cierta connivencia del propio Thomas, sombra hoy de lo que una vez fue- forzó el cambio de manos de la franquicia. Desde 2003, Conan luce palmito en Dark Horse, y primero Kurt Busiek y Cary Nord, y después Timothy Truman y Tomás Giorello -entiéndase que de cada dupla el primero escribe y el segundo dibuja- hicieron como el primer Thomas y viajaron directamente a las fuentes literarias y de ellas extrajeron el material precioso. Y es que precioso ha sido el grueso de la producción de Dark Horse hasta la fecha, precioso y enfático, con una entonación muy contemporánea del invento de Howard, el mito -en plan espada y brujería- del buen salvaje.

No les hablaré del fiasco de la nueva adaptación fílmica, ni de la patente pérdida de fuelle de los últimos tebeos de Dark Horse, me limitaré a celebrar el trabajo enorme de Truman y Giorello, ayudados por el colorista José Villarrubia, en la breve cabecera Conan the Cimmerian, recopilada toda entera en español en los tomos 8 a 10 de Conan la leyenda. El primero de los cuatro, subtitulado Cimmeria, tenía el aliciente de contar con páginas de Corben y era un alto en el camino antes de la gran traca que se inicia aquí, en este volumen 9, El coloso negro, portentosa adaptación de uno de los cuentos más célebres del personaje, de su etapa de mercenario.

Si no han leído tebeo alguno del personaje, la ocasión la pinta calva. Si se leyeron los de Marvel y aún no le han hincado el diente a estos, no sé a qué están esperando.

l firmadomisterj.blogspot.com

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