Toros

El veterano subalterno Pedro Muriel recibe sepultura este domingo en Huelva

  • Un habitual y apreciado profesional en las cuadrillas  de toreros de la tierra como Silvera, Barroso o el novillero Alejandro Urbano, entre otros.

Hoy recibe sepultura en Huelva el veterano subalterno Pedro Muriel

Hoy recibe sepultura en Huelva el veterano subalterno Pedro Muriel / Arizmendi (Huelva)

Ese toro de cornadas secas y negras a las que pudre el tiempo; y duras, que es el cáncer, se ha llevado de ese terruño onubense que era suyo a Pedro Muriel. Su sepelio, esta tarde en esa hora tan torera y lorquiana de las cinco en punto en el Tanatorio Nuevo.

El banderillero, forma parte de esa memoria que de alguna forma me fue prestando con el tiempo el mundo del toro. Sus personajes; cada uno con su impronta personal, claro está. Pero de esa riqueza de personajes el de Pedro Muriel (padre) es una auténtica foto de profesional, de educación, de hombre afectivo y desde luego de los que enriquecía los silencios cuando no había más que decir.

Elegante, como los veteranos que saben de que va esto porque la vida les fue testando muchas veces si la afición era verdad o postureo. La de Muriel no lo fue. Cuando le conocí, entrenando ante el carretón en bastantes de esos silencios invernales del albero onubense, a Pedro ya le había prestado el tiempo y el toro algunas canas pero no le había quitado la sonrisa bondadosa que siempre certificaba en su cara ese carácter de persona agradable.

Él, junto a Miguel Conde y Peti marcaron la cuadrilla más onubense que uno conoció en ese tiempo. Prácticamente eran los hermanos mayores de los que el tiempo traería como como compañeros de fatigas en un albero: los Manolo Roca, Contreras o Jesús Carvajal entre otros.

Jamás hubo un renuncio sobre su profesión. Ni siquiera desde la dureza que conoció en su carnes cuando esa cornada seria en la región lumbar que un 17 de agosto de 1984 en Valverde del Camino un novillo de José Santolaya dejara marcada en su cuerpo y en su biografía torera.

No es sin embargo lo más significativo de la figura de quien acaba de macharse sino esa implicación personal que al margen de sus esperanzas en forjarse como torero, sus pasos como novillero y su vida profesional, a Pedro Muriel se le vio siempre con sus toreros de Huelva. Con los jóvenes que llegaron después que él a este mundo del toro y con los que en muchas tardes estuvo anunciado y recorriendo los caminos que siempre llevaron a la plaza. Le recuerdo embutido en esos trajes generalmente tocados de azabache protagonizando paseíllos tanto en la Merced, donde debutó como aspirante a torero en el año 68, como en prácticamente todas las plazas de nuestra provincia. Integrante de forma más asidua en las cuadrillas de Emilio Silvera, especialmente Paco Barroso y el novillero Alejandro Urbano, de Pedro Muriel bien puede decirse que siempre vistió de torero con su gente choquera.

Lo hizo desde que ese año de 1982 asumiera su rol de banderillero. Y en ese balance debe estar esa trayectoria que en los primeros pasos como novillero de Miguel Báez Litri asumiera en su carrera.

Recordado debe ser su curriculum como profesor en la Escuela Taurina de Huelva. Dentro de ese grupo de profesionales que impartían conocimientos y comportamientos a esa generación de chavales que llegaron dentro del proyecto apuesto a que encontraron en Pedro Muriel un buen apoyo para el viaje torero de sus vidas.

Por eso se hace necesario recordarle como ese torero de esta tierra; como el profesional que sin oropeles de brillantes temporadas ni el brillo económico que deja el toro a bastantes top de esta historia, supo ser feliz y disfrutar dentro de un vestido de luces. Descanse en paz quien fuese torero de esta Huelva desde la honestidad y la vergüenza profesional. En lo terrenal, un abrazo para quien conoce tanto el toreo como la vida, su hijo Pedro y demás familiares.

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