Cultura

Cine ruso

Salón de Actos de la Caja Rural del Sur.- Producción: Rusia, 1959.- T.O.: 'Ballada o soldate'.- Duración: 90 minutos.- Dirección: Grigori Chukrái.- Guión: Grigori Chukhrái y Valentin Ezhov.- Fotografía: Vladimir Nikolaiev y Era Savalieva.- Música: Mikhail Ziv.- Montaje: Mariya Pimofeieva.- Intérpretes: Vladimir Ivashov, Zhamma Proxorenko, Antonina Marksimova, Nikolai Kryuschtov, Elza Lezhdev

Ésta es otra de las películas míticas del cine ruso que renovó las perspectivas de una cinematografía anquilosada en las imposiciones del régimen soviético y que impresionó a los espectadores occidentales primero a través de los festivales y posteriormente en las pantallas del resto del mundo, incluso en las todavía muy restringidas de la exhibición comercial en las entonces llamadas "salas de arte y ensayo". Recordemos que ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes en 1960 y opositó a los Oscar al mejor guión.

El film nos cuenta cómo un joven soldado, Alyosha, se ha comportado como un héroe en el curso de una gran batalla frente a los tanques enemigos en la II Guerra Mundial. Los mandos militares, en principio, le proponen para una medalla. El muchacho, con la inocencia de la edad, 19 años, prefiere disfrutar de unos días libres para visitar a su madre. Sus superiores se lo conceden. En el viaje a casa, bastante complicado, conoce a la joven Shura con la que vive un romance fugaz.

El objetivo de La balada del soldado es, además de ensalzar la figura del héroe de guerra, la revisión de los esquemas del cine soviético en su tratamiento del conflicto bélico que tan trágicamente afecto al país. Ese grado de exaltación y propaganda que tuvieron muchos de los films al uso, se fueron decantando por una dimensión más realista, introduciendo el carácter de aventura bélica a veces con rasgos de comedia, de relato sentimental o romántico, como ocurre en esta película y en Cuando pasan las cigüeñas (1957), como veíamos ayer.

Pero conjuntamente este tratamiento coincidió con una calidad en la realización realmente notable y esa concepción más humana del relato, fundamentado aquí en esa percepción sobre la preponderancia de la madre carnal sobre la madre patria. Como decíamos ayer, sin parodiar la frase con la que Fray Luis de León, iniciaba sus lecciones en la Universidad de Salamanca, con respecto a Cuando pasan las cigüeñas, en estos films se impone una coherencia estética realmente admirable junto a una visión más sórdida de la guerra, que recrudecerían después realizadores como Andrei Konchalovsky en Siberiada (1978), por ejemplo. La película como otras posteriores supuso una excepción en la cinematografía sometida al poder de la estricta censura gubernamental soviética, lo que provocó la expectación del mundo occidental. Hoy es una pieza notable que nos muestra un perfecto desarrollo narrativo, un lenguaje cinematográfico modélico, donde no falta una inspiración poética que transcurre entre emociones contenidas y los efectos propios de una situación donde la guerra, como doloroso y trágico contrapunto, no elude sus efectos en una pareja que merece mucho más que las angustias y sufrimientos de un conflicto desolador.

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