Historia menuda

Los monumentos en honor a Paco Toronjo

  • Alosno fue su cuna y vivió muchos años en la capital. Con su muerte en 1998 nace un mito l El monumento inicial estuvo en la plaza de su mismo nombre; de ahí pasó a la avenida de Andalucía

Si la avenida de Andalucía se constituye en un árbol de gran importancia en la foresta que compone Huelva, siente abrirse en la gloria de su tronco robusto numerosas ramas que son las calles y plazas que la circundan. En una de ellas, la plaza que rinde pleitesía a Paco Toronjo llevando su nombre, se alzaba un monumento del que vamos a dar a nuestros lectores rendida cuenta histórica.

Paco Toronjo había nacido en Alosno y había vivido muchos años en la capital, por lo que con levadura de onubense cepa fue amasado. Su voz, donde se sentía palpitar el alma de la tierra, cantó el fandango de forma magistral, llevando a nuestra provincia por bandera en todos los sitios donde actuó. Pero las Parcas habían cortado el hilo de su vida en julio de 1998, y Huelva sintió que con su pérdida fallecía el hombre pero nacía el mito.

En el solemne acto de la inauguración del monumento, el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, recordó que le había prometido públicamente a Paco Toronjo, poco antes de su muerte, en uno de los últimos actos que en la Peña Flamenca de Huelva se le dio y en el que participaron artistas de Alosno, del resto de nuestra provincia y de las diversas peñas huelvanas., que se levantaría un busto en su honor. Retomemos las palabras del primer edil de nuestro Ayuntamiento vertidas en un artículo aparecido en el diario Huelva Información del 25 de abril de 1998, titulado Un busto para Paco Toronjo y que firmaba Manuel López Martín. Así, entre otras cosas, decía:

"… Tú del Alosno has salido y siempre estará con nosotros Paco Toronjo. Y para terminar quiero decir una cosa: llevamos varios días en los cuales lo hemos estado hablando, el lunes voy a proponer en el Ayuntamiento el hacerle un busto a Paco Toronjo para que quede perpetuado para siempre en esta plaza de Paco Toronjo…".

El emplazamiento de la escultura se situaba en el punto donde propuso Pedro Rodríguez, en la plaza Paco Toronjo, a unos metros de la Peña Flamenca de Huelva, a la que acudía diariamente, y no muy lejos de su casa, en un sitio que poseía y posee un aire menestral y juerguista, señoril e intimista a la vez por situarse en sus proximidades la capilla del Lirio de las Marismas.

Por su parte, Juan José Iglesias, delegado municipal de Cultura, puso de manifiesto que el monumento se debía a una propuesta suya, aunque el mérito era de todos, y se trataba, en definitiva, de un merecido homenaje a un hombre que lo había dado todo por Huelva.

La consecución del busto comenzó días después del fallecimiento del cantaor. Después, en marzo de 1999, realizó un boceto que fue el que presentó en la Delegación municipal de Cultura y fue aceptado. A renglón seguido, el trabajo redentor uncido a la genialidad, divina síntesis, dio paso al excelente exponente artístico que nos ocupa.

El monumento era obra de un escultor joven, Alberto Germán Franco, hijo del conocido pintor José María Franco y nieto del pergaminero Domingo Franco, de limpia historia, poseedor de educada sensibilidad y personales dotes técnicas. Describámoslo: El autor pretendió que estatua y base se fundiese en un solo concepto, esto es, que el pedestal adquiriese rango artístico propio. Descansa en una sobre peana de un metro cuadrado de base y 45 centímetros de alto, con lo que la estatuaria adquiría una mayor importancia. El busto es de tamaño natural y está fundido en bronce. En él se representa al cantaor con la mano derecha elevada entonando uno de sus gloriosos fandangos. La mano izquierda, la tiene asida a la chaqueta, postura muy propia del genial alosnero. Es tal la minuciosidad empleada por Alberto Germán, que el perspicaz observador del monumento advierte que el cantaor lleva en la solapa el escudo de la Peña Flamenca y el de Huelva en el pisa corbata. Dejemos que sea el propio autor el que nos complete la descripción:

"… Es una escultura eminentemente figurativa. Se quería un retrato exhaustivo, que se reconociera a Paco Toronjo. Para llevar a feliz término mi deseo de plasmar esa pose característica suya, me documenté con fotografías, videos y entrevisté a personas de su entorno, incluyendo a su viuda.

En esta estatua he querido, además de detallar el parecido físico, expresar su intensa vida interior, su personalidad, ese algo que tenemos cada uno y nos caracteriza…".

Y presidiendo la plaza que llevaba su nombre estuvo la figura un año o dos. Pero ésta se convertía en un incordio o estorbo para las evoluciones de los carros rocieros y se desmontó. En 1999, Pedro Rodríguez prometía "completar el monumento a Toronjo dándole mayor realce". Pasaron vertiginosamente las hojas del calendario y Huelva tenía contraída una deuda con el que fuera figura en una de sus señas de identidad, el fandango. Y nuevamente depositó su confianza en un escultor que la gloria en aquellas calendas no había querido consagrar del todo, pero al que aguardaba, como el tiempo ha sabido demostrar, inmediato y perdurable triunfo, Alberto Germán Franco. Eso sí, el nuevo emplazamiento sería en un punto más importante de la ciudad. y quedó designado para tal ubicación en la Avenida de Andalucía, espléndida vía donde se reúnen y triunfan todos los elementos, que compendia desde el bullicio de los bares y restaurantes y la alegría de los estudiantes del Instituto San Sebastián hasta el rumor de las aguas saltarinas de sus fuentes, un espacio que, dilatado, presume de fútbol, de la dinastía taurómaca más antigua del mundo, la de los Litri, de la coronación canónica de la Virgen de la Cinta y de la visita del Santo Padre en 1993, que, en definitiva, rezuma historia por doquier.

En este punto queremos destacar que aquel nuevo y gallardo alarde que iba a poseer la cultura artística huelvana, se debió a la feliz iniciativa económica de que ha hecho gala en numerosas ocasiones la Caja Rural del Sur, "deseosa siempre de colaborar activamente con el patrimonio cultural de Huelva y apoyar las iniciativas que exalten a quienes han sido protagonistas auténticos de la historia cultural de nuestra región", añadía José Luis García Palacios, presidente de la citada Caja. Antes, en palabras impregnadas de profunda emoción, había recordado la personalidad amiga de todos de Paco Toronjo, su categoría de cantaor cuando ganó el Concurso de Estrellas en el Cine Rábida y finalizó don José Luis, también presidente de la Asociación Española contra el Cáncer, de que cuando comenzó la actividad de la Unidad de Cuidados Paliativos "el primero que fue atendido fue Paco Toronjo, un hombre que después de haber cantado tanto y sentirse imposibilitado por su enfermedad llegó a cantar con la mirada y hablar con el corazón…".

La inauguración del nuevo monumento en honor a Paco Toronjo se tuvo que aplazar, ya que en la primera fecha en que debía realizarse don Pedro tenía un compromiso alusivo a la inminente campaña electoral. Por fin, el miércoles 4 de junio de 2003, se llevaba a cabo el acto de la inauguración que se convirtió en un auténtico homenaje al llamado "Rey del Fandango", en una velada flamenca en la que las voces de El Terrible, Juan Fernando González, Mario Garrido, Rafael 'El Tato' y Jesús Corbacho vibraron con limpieza rompiendo la quietud de aquella tarde primaveral, cantando con la mano abierta, la mirada hacia el Monumento y el corazón engarzado en el estilo de Paco Toronjo.

Manolo Sánchez, de la Peña Flamenca de Las Colonias, epilogo el acto recitando una elegía a Paco Toronjo. También derramó su recuerdo en el buen flamencólogo Manolo Cabezas, que acababa de fallecer.

Alberto Germán Franco decía en el transcurso del emotivo acto:

"… Ahora me quedo más tranquilo, le hacía falta, tenía claro que la escultura necesitaba algo, tan fundamental como la silla y que estuviera de cuerpo entero.

Y en efecto. El autor presenta un bronce muy bien construido y armonioso, en el que el rey del fandango apoyado en una silla y con la mano diestra levantada, para dar más impulso a su voz, llena de duendes flamencos su entorno. Si magnífica es la figura humana, en la silla dio cabal medida de su talento. En definitiva, estatuaria moderna en lo que tiene de sintética y estilizante, pero poseedora de una tradición indudable en lo que supone el cante eterno, a través de sus discos, del mítico alosnero-huelvano.

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