Una lectura costumbrista que cumple con las funciones claves del periodismo del primer tercio del siglo XX

Crónicas de otra Huelva

Ponce Bernal no se propone otra cosa que entretener y deleitar a sus lectores onubenses con estas columnas “sin importancia” que, sin embargo, están llenas de mensajes y críticas

Greta Garbo.
Greta Garbo. / H.I.
José Ponce Bernal / Felicidad Mendoza Ponce

Huelva, 14 de julio 2025 - 05:00

La Introducción

LAS ANÉCDOTAS

El escarnio que acabó siendo moda global

El artículo de Blanqui Azul que traemos hoy combina la anécdota histórica con el humor y una ligera crítica social envuelta en un tono irónico y anecdótico. Aparentemente banal —la historia de una reina que corta el cabello a la amante de su esposo—, en realidad se presta al análisis. Enlaza este rasgo estético con una escena de celos históricos, lo que le permite hablar de las emociones, el poder, la fragilidad y la locura femenina según la mirada masculina de su época.

Doña Juana, descrita como “una belleza española, rubia y frágil como una Greta Garbo de aquellos tiempos”, aparece como víctima de su esposo y de sus emociones, aunque su gesto —cortar la melena de la amante— tiene una carga simbólica potente: el castigo público, casi ritual, a la transgresión.

Ponce juega con el tono entre serio y burlesco, usando frases como “las palabras pasaron a las obras” o “todavía no estaba majareta, pero ya se iba preparando”, para pintar la locura de Doña Juana como un proceso casi cómico. Se hace también una crítica velada a la forma en que la historia se narra: mezclando hechos, rumores y dramatización (“iba a terminar como un folletín de Xavier de Montepin”).

Hay un contraste entre la condena del acto por parte de Doña Juana y la posterior reivindicación de la melena femenina como símbolo de moda y belleza. Nuestro autor concluye irónicamente que lo que fue visto como “escarnio y baldón” terminaría siendo moda global siglos después. Este contraste entre moralidad pasada y modernidad liviana hace una crítica indirecta a las costumbres cambiantes y quizá al “progreso superficial” de la sociedad.

Usa un lenguaje cuidado pero accesible para sus lectores en Diario de Huelva, con un tono que mezcla lo erudito con lo conversacional. Y como es habitual en sus textos, utiliza frecuentemente la ironía y el sarcasmo, especialmente en la forma de relatar los hechos históricos. También es costumbre en él dirigirse directamente al lector en varios momentos (“bueno; el lector se supone la escena”), creando así complicidad y subrayando el carácter “ligero” de la nota.

Las referencias modernas (para su época), como Greta Garbo o Xavier de Montepin, buscan anclar lo antiguo en lo contemporáneo. Refleja ideología de género de su tiempo, mostrando una visión de la mujer marcada por la fragilidad, el histerismo o el sacrificio, aunque sin hostilidad manifiesta.

Este tipo de columnas costumbristas eran comunes en la prensa local de los años 30. Aunque no se centra en grandes eventos ni da noticias, el texto cumple funciones clave del periodismo de entonces: educar, entretener con diversión e ironía. También muestra algo del carácter andaluz en el humor y la exageración sutil, así como el gusto por la anécdota y el giro inesperado final… Una lectura propia para estos días, como aquellos, de verano.

Todo tiene su precedente en este mundo, y aun la melena en la mujer actual había de encontrar su germen en recónditos tiempos.

Nadie podrá negar que alguna egipcia o griega se cortase la peluca en el año de Matusalén y que algunas tribus salvajes adoptasen ese peinado en remotas épocas, pero eso sería afirmar caprichosamente sobre un hecho muy discutible, por lo que preferimos referirnos a un caso concreto, y al mismo tiempo que tenga cierta relación con la historia de nuestra patria.

No se trata ni de un acertijo o adivinanza ni de ninguna anécdota de una estadística extravagante llegada por “cable” de Norteamérica; única y sencillamente se pretende exponer un hecho histórico acaecido en Flandes cuando eran dominios nuestros aquellos territorios en tiempos de doña Juana la Loca y don Felipe el “Hermoso”.

Recorte de Prensa.
Recorte de Prensa. / H.I.

Aquella dama que reinó durante cincuenta años y no gobernó un solo día, había llegado a Flandes, procedente de Medina del Campo, enterada por los intrigantes palaciegos de los devaneos de su esposo con una belleza española, rubia y frágil como una Greta Garbo de aquellos tiempos.

Nada hizo sospechar a doña Juana la conducta de su esposo que la recibió cortés y galantemente, pero nuevas delaciones la hicieron acudir a un saloncito donde se enfrentó con la adultera. Y fue tan agria la entrevista, que, repitiendo la frase hecha en el argot de los sucesos, “ de las palabras pasaron a las obras» y Doña Juana, que todavía no estaba “majareta”, pero que ya se iba preparando, sacó unas lindas tijeras y cortó la no menos linda cabellera a la favorita de su “hermoso” esposo. En este momento entró Don Felipe en la estancia, y... (bueno; el lector se supone la escena, porque si no, esta gacetilla «sin importancia» de hoy, iba a terminar como un folletín de Xavier de Montepin).

El nombre de la bella española que lució por los años de 1500 su afrentosa melena se ha guardado en la incógnita para los historiadores, pero a nosotros lo que nos interesa es consignar el hecho.

¿Quién le iba a decir a Doña Juana que aquello que ella consideraba como un escarnio y baldón iba a constituir moda generalizada en el mundo cuatro siglos después?

BLANQUI-AZUL

Diario de Huelva, 8-08-1930

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