Gente Inteligente

La importancia de saber recibir halagos de forma inteligente

  • Aunque recibir halagos es algo beneficioso mental y emocionalmente, a muchas personas les hace sentir mal porque no saben cómo aceptar el reconocimiento

La importancia de saber recibir halagos de forma inteligente

¿Qué hace usted cuando ensalzan sus virtudes o le reconocen sus actos? Recuerde la última vez que, sobre todo en público, le dirigieron bonitas palabras destacando alguna característica física, alguna cualidad o alguna habilidad suya. ¿Se sonrojó y evitó el contacto visual? ¿Respondió restándole importancia? ¿Se puso a la defensiva? ¿Devolvió otro halago, aunque no fuera sincero? Si se reconoce en cualquiera de estos casos, puede que no sepa usted recibir cumplidos de forma inteligente, y, por tanto, que no esté aprovechando los beneficios de esta poderosa herramienta comunicativa. Se los está perdiendo usted y está haciendo que se los pierda quien le regala generosamente el reconocimiento.

Los halagos, cumplidos, piropos, elogios, agasajos o reconocimientos son una gran herramienta social. Fluidifican las relaciones humanas, mejoran el ambiente de la comunicación, potencian el mutuo conocimiento y con él la confianza, y, finalmente, ayudan a mejorar el autoconcepto tanto de quien lo recibe como de quien lo da. Por eso es tan importante saber recibir cumplidos, para que todas las personas implicadas disfruten de estos beneficios.

Sin embargo, socialmente, no solemos tener entrenado eso de ser halagados o halagadas. Entre otras cosas, porque es lo menos habitual. Desafortunadamente, las verbalizaciones negativas son mucho más frecuentes que las positivas. Es más frecuente el castigo que el aplauso. Nos suele costar mucho menos quejarnos o destacar una actitud desagradable, que ensalzar o reconocer una agradable. Piense, si no, la última vez que le trataron mal en un comercio o recibiendo algún servicio. La mayoría de las veces un mal trato en un establecimiento acaba, como mínimo, en las valoraciones de Google, pero un buen trato con demasiada frecuencia se da por hecho porque ‘así es como debe ser’. ¿No le parece injusto?

Acerca de lo que nos frena

A veces es simple vergüenza o incomodidad, otras falta de costumbre o consentimiento social, pero lo cierto es que hay muchas razones que nos impiden recibir los halagos de forma productiva y que están en nuestra educación y en las creencias que tenemos acerca de ellos. Así, si creemos que los halagos son manipuladores, pensaremos de la persona que nos halaga que ‘algo querrá’ o que ‘en realidad lo que quiere es que se lo devuelva’, y nos pondremos a la defensiva.

También podemos pensar que no nos merecemos el halago que nos dan, porque no nos vemos como nos describen, y entonces podrán surgir pensamientos como ‘me lo dicen para reírse’ o ‘soy una impostora’. O puede que, en la seguridad de que está muy fea la arrogancia, evitemos el cumplido simplemente para demostrar humildad, que es la misma razón por la que decimos otras frases peligrosas que nos llevan a la falsa modestia como ‘las cosas buenas de mí deben decirlas las demás personas’… En cualquiera de estas situaciones, lo peor es todo lo que nos perdemos.

De entrada, nos perdemos sentirnos bien con lo que nos dicen. Además, boicoteamos uno de los grandes beneficios de los halagos, que es fluidificar y hacer más profunda la comunicación entre las personas. También nos perdemos una poderosa palanca de nuestro autoconocimiento y nuestra autoestima. Y finalmente, con nuestra reacción de rechazo, tensionamos la situación, ya que podemos incomodar a la persona que nos hace el cumplido porque siente que no valoramos lo que nos dice. Aumentamos así a probabilidad de que ya no nos haga más halagos en el futuro o, incluso, de que a esa persona le cueste más hacer cumplidos en general.

Cómo recibir halagos de forma emocionalmente inteligente

La inteligencia emocional le ayuda también en esta tarea de aceptar y recibir de forma productiva lo bueno que le dicen. Porque una persona emocionalmente inteligente se conoce y se acepta, sabe lo que siente, y es capaz de ponerse en la piel de la otra persona para reconocer que hacer un halago es un acto de generosidad y cortesía que merece su agradecimiento. Así que, la mejor respuesta siempre a un elogio es un sincero gracias, sin olvidar su mejor sonrisa. Nada como la alegría para hacer sincero el agradecimiento.

Por eso, por mucha incomodidad que sienta, o por muy poco reflejada o reflejado que sea vea en el comentario positivo que le hacen, no conteste ignorando o menospreciando el halago con un ‘me lo dicen mucho, sí’, un ‘ya, ya’, un ‘anda ya, si no es para tanto’, o un ‘para eso me pagan’ o, lo peor, con un silencio incómodo y cambiando de tema.

Mucho menos agradecido es menospreciarse usted y contradecir el cumplido que le dan, por ejemplo, con un ‘qué dices, si soy todo lo contrario’ o ‘si me conocieras bien no lo dirías’. ¿Se imagina cómo puede sentirse la persona que le hace el halago cuando escucha eso?

Tampoco muestra un sincero agradecimiento darle la vuelta al halago y refugiarse devolviendo el cumplido, a veces sin ningún sentido, contestando ‘tú más’, ‘tú también’ o ‘tú lo habrías hecho mejor’. No minimice ni niegue los halagos que recibe, porque es la mejor señal de respeto hacia quien se los hace, pero, sobre todo, porque es una poderosa muestra de amor a sí misma o a sí mismo. Se lo agradecerán su autoestima, su autoconfianza y su energía vital. La próxima vez que le halaguen, mire a los ojos, sonría y responda ‘gracias’. No se equivocará.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios