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Cuatro formas de comunicación activista para salvar el mundo

  • Vivimos en una inmensa red de influencias cruzadas en la que nos repercutimos unos a otros irremediablemente con nuestra comunicación, y eso lo podemos usar en favor del planeta

Cuatro formas de comunicación activista para salvar el mundo

Cuatro formas de comunicación activista para salvar el mundo

Como seguro ya saben, España ha declarado la Emergencia Climática. Y mientras van llegando las medidas a implantar, lo que esperamos muchas personas es que a partir de ahora seamos capaces de entender de verdad lo que significa vivir en estado de emergencia, tanto los que gobiernan como los gobernados, porque de lo contrario la declaración del martes se quedará en un simple gesto que no servirá demasiado. Por eso me parece tan importante la comunicación activista, o dicho de otra forma, la capacidad de influirnos mutuamente con la forma de comunicarnos para hacer efectivas las medidas contra el cambio climático, y de paso repartir buen rollo.

Y por supuesto que declarar la Emergencia Climática es una medida importante, pero no es suficiente. Suena muy contundente, y hasta diría que inspira el miedo básico que despierta el instinto de supervivencia. Eso es bueno. Lo que pasa es que podemos caer en el problema de siempre: acostumbrarnos.

La diferencia de opiniones nos debilita 

El ser humano tiene la estúpida habilidad de acomodarse en la incomodidad para resistirse al cambio. Y esa resistencia es la que nos predispone mal para adoptar actitudes transformadoras como reciclar, coger menos el coche, viajar de forma más sostenible, adaptar nuestros hogares o consumir de forma más consciente, entre otras muchísimas cosas.

Con esta predisposición natural a resistirnos, no ayuda mucho la falta de cohesión en las opiniones de las personas e instituciones referentes, y por eso no me parece positivo que mientras la lista internacional de países, ciudades e instituciones que han declarado la Emergencia climática sigue siendo escueta, haya quienes hablan ya de apocalipsis. Tampoco ayudan nada las opiniones del otro extremo de la cuerda, como la irreverente tranquilidad de esa fábrica incombustible de tuits que es Donald Trump, para el que todo esto del cambio climático es una patraña.

No sé ustedes, pero yo esta última semana no he necesitado que nadie me cuente su opinión para constatar que el clima no está como estaba y que somos mucho más vulnerables de lo que nos creemos. Y claro que le doy importancia a la declaración de Emergencia Climática, pero el doy mucha más importancia a la forma de opinar y comunicarnos que tenemos las personas, porque nos influimos.

Y eso es lo que les propongo hacer. Influirnos en favor del planeta. Para eso, aquí van cuatro formas de comunicación activista y transformadora.

Gestionen los cabreos con cariño

La primera forma de comunicación activista es permitirnos el enfado, o cabrearnos, sí, pero gestionándolo con cariño. Esto se consigue haciendo observaciones a los demás de forma constructiva cuando presenciamos algo que no nos gusta. Se trataría de no tragarnos las palabras cuando vemos situaciones o actitudes que nos golpean en la línea de flotación de nuestros valores. Y eso lo notamos cuando tenemos que refrenarnos las ganas de llamar la atención a quien sea. Por ejemplo, en mi caso, me cabrea ver gente ensuciando mi playa, dueños de inocentes perros no recogen los excrementos de sus animales, colillas por la ventana, papeles en el contenedor amarillo...

El otro día conduje durante casi 10 minutos detrás de un coche que iba ahumando mi camino y mi planeta, y también me sentó mal. En esta ocasión no me aguanté las ganas. Cuando llegamos a un semáforo bajé el cristal y le dije con una sonrisa: quizás no te has dado cuenta, pero vas soltando muchísimo humo. ¿Y si todos nos dedicásemos a hacer al menos 2 o 3 observaciones preventivas con cariño a la semana? Por favor, con cariño.

Sean coherentes

Otra forma de comunicación activista es dar mucha importancia a las palabras que decimos y ser coherentes con ellas. O sea, eso de hacer y decir lo mismo.

Así que si en casa nos preocupamos apagando luces, cerrando grifos o vigilando la separación de residuos, no nos relajemos cuando estemos de viaje, de fiesta o en casa de unos amigos, por ejemplo. Tengamos una comunicación coherente estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos. La coherencia le vendrá bien al planeta, a todos los que nos rodean y a nuestra propia autoestima. Seguro.

No afirmen sin preguntar y no propaguen bulos

En estos temas del cambio climático, de las nuevas formas de consumo, de las tecnologías limpias y de las empresas comprometidas hay mucha información novedosa y también mucha intoxicación informativa. Frases como “yo he visto el camión de recogida de residuos mezclando todo lo que yo he separado”, o “para qué me voy a preocupar si en no sé qué país que son muchos más no hacen nada” y otras parecidas, son muy dañinas. Muchísimas veces repetimos con firmeza cosas en primera persona cuando en realidad no estamos tan seguros.

Sean responsables de la información que consumen, y sobre todo de la que reparten, y no afirmen sin preguntar o contrastar para no correr el riesgo de propagar mentiras.

Sean amables

Es la última forma de comunicación activista que les propongo y es la más revolucionaria y transformadora de todas. Las personas tenemos mucha mejor predisposición al cambio, y en realidad a todo, cuando nos sentimos bien, que es algo que surge de forma natural cuando damos y recibimos amabilidad.

Así que para facilitar el cambio es muy importante repartir buen rollo con nuestra comunicación. Por eso y porque nunca sabemos dónde va a acabar, o a quién terminará fastidiándole el día, el efecto dominó de ese mal gesto que hemos tenido en un momento de debilidad. Seguramente vendrá de vuelta.

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