Crónicas de otra Huelva

El buen nombre es la base de la riqueza individual

William Shakespeare

William Shakespeare / AFP PHOTO/Leon Neal

Escribió Shakespeare: “El buen nombre en el hombre y en la mujer es la joya que está más cerca de sus almas; quien me roba mi dinero roba cosa de escasa entidad o valor, casi nada; era mío, es suyo y ha sido esclavo de miles; mas aquel que me arrebata mi buen nombre, me roba lo que a él no lo enriquece, y me hace en realidad pobre”.

Los hombres acostumbran a ser sobornados porque no suelen poseer en el grado necesario el espíritu de probidad, de respeto propio y de dignidad varonil. Si lo poseyeran sabrían despreciar con entereza todas las tentaciones. Cuando del engaño sale solamente perjudicado el interés material, la importancia es relativa, porque puede ser reparada; pero cuando el engaño perjudica nuestro honor o nuestro buen nombre, entonces su importancia es verdaderamente capital porque destruye una cosa que no hay posibilidad de reedificar. Y de todas las fortunas de que le es dable gozar al hombre en la vida, la única que, una vez alcanzada, si se pierde no puede recuperarse, es la que se refiere a la reputación del nombre. El nombre, que muchos no estiman, que la mayoría considera con indiferencia, es la base de la riqueza individual. Un hombre al que acompañe una reputación honorable y de probidad, tiene con frecuencia mucho más crédito que no alcanza tener el hombre rico que ha de afianzar su nombre con su dinero.

Diario de Huelva, 23 de noviembre de 1930. Diario de Huelva, 23 de noviembre de 1930.

Diario de Huelva, 23 de noviembre de 1930. / M. G.

Por ello es menester velar siempre por el buen nombre; cuidar que las acciones y los actos de la vida no le desmerezcan, sino que, por el contrario, acrecienten su solvencia y el respeto y la estima en que se le tenga. Es difícil llegar a alcanzar austera reputación; pero es mucho más difícil conservarla. Un desliz, una obcecación, una mala fe en el murmurador puede derribar el edificio que mucho ha costado levantar; por ello hemos de poner siempre el máximo empeño en que nuestra vida aparezca diáfana y que, si alguna vez la calumnia alarga su zarpa para destruir nuestro honor o estrujar nuestra dignidad, pueda verse su manejo traidor y no logre conseguir, de esta forma, su intento.

Pongamos todo empeño en librar nuestro nombre de toda mácula; que nuestro nombre ha de constituir siempre nuestra mejor y mayor riqueza.

BLANQUI-AZUL

Diario de Huelva, 23 de noviembre de 1930

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