El Comité Ejecutivo Provincial del PP celebrado el pasado miércoles en Lepe se saldó con una ‘reestructuración’ de la cúpula del partido azul que supone, por un lado, el rearme del presidente provincial, Manuel Andrés González –quien tira del núcleo duro (y de su confianza) para los puestos de peso– y por otro, con un simple intercambio de fichas para contentar el poder territorial obviando a la capital, que sigue en su particular limbo y dividida en dos. Toda una operación de gatopardismo consistente en cambiar todo para que nada cambie.

El malestar que en Génova generó los resultados de las elecciones municipales en la provincia, y que fue la gota que colmó el vaso, más que medio lleno ante la complicada situación que el PP onubense ya arrastraba desde mucho antes, hacía pensar que la dirección nacional tomaría cartas en el asunto y esa era, al menos, la intención.

Porque, según fuentes de este periódico, Madrid se mostró partidario de que el exalcalde de Cortegana y senador en la anterior legislatura, José Enrique Borrallo, asumiera el cargo de secretario general del PP de Huelva al darse por hecho el relevo de David Toscano tras hacerse con el bastón de mando del Ayuntamiento de Aljaraque, lo que le llevará a centrar todos sus esfuerzos en “rescatar a su municipio de la nefasta gestión del PSOE y sus aliados” (González dixit).

Sin embargo, la dirección provincial (con el aval que supone contar con Juanma Moreno al frente de la Junta) ha ganado de nuevo el pulso a Madrid al situar a Alberto Fernández –portavoz en Ayamonte tras perder la Alcaldía– como número dos. Un premio que resulta llamativo si se tiene en cuenta la polémica por el vídeo que este protagonizó, en el que animaba a agricultores de Doñana en sus movilizaciones contra el cierre de pozos ilegales por parte de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en cumplimiento de una sentencia del TSJA.

González gana el pulso a Madrid, partidario de Borrallo, al situar como número dos a Fernández

De este modo, el movimiento de peones en ese tablero que es el aparato del partido se traduce en un ‘más de lo mismo’ que podría –o no– cambiar en septiembre, dependiendo del papel que juegue la secretaria general en Andalucía, Loles López, en el congreso regional y del éxito o bloqueo del nuevo intento de investidura de Sánchez.

Más allá de estas incógnitas, lo cierto es que, sin atisbo de casadismo, la configuración de la nueva estructura del PP evidencia lo que es una realidad: la única apuesta real de Casado en Huelva ha sido la de Juan José Cortés. Su fichaje como cabeza de lista por la provincia al Congreso desató malestar entre los populares onubenses al frustrar la designación de Carmelo Romero, promovida por la dirección provincial como sustituto de la exministra Fátima Báñez.

Ante ello, la dirección provincial situó a Romero como número uno al Senado, lo que chocó con lo que el propio presidente nacional aseguró en Huelva en noviembre, durante un acto en el que dijo que aunque Guillermo García Longoria, crítico con la dirección provincial y afín al propio Casado, no iba en la lista a las andaluzas del 2-D sí irá en otras debido a que quería tener cerca a alguien de su valía. Pero García Longoria, ahora portavoz de Cs en el Ayuntamiento no formó parte tampoco de ninguna otra lista.

Así las cosas, el sector casadista se queda sin referentes en el PP. Como tampoco existe la junta local propia elegida a través de un congreso local que reclamaban los siete compromisarios del PP electos en la capital en las primarias, una demanda que logró arrancar la promesa de los sectores de Casado y Sáenz de Santamaría. Sin embargo, visto el camino andado hasta hoy, la militancia de la capital, sin peso en los órganos de dirección del partido y sin una estructura organizada en la ciudad, sigue como estaba: fuera de juego.