Huelva

Litri, el último brindis a Huelva mirando al tendido del cabezo del Conquero

  • Miguel Báez Espuny ‘Litri’ continúa emocionando a los onubenses que lo sienten suyo, lo despidieron entre aplausos como en una tarde de gloria en el coso de la Merced

LItri en su monumento en su barrio de San Sebastián, con la bandera de HUelva a media asta.

LItri en su monumento en su barrio de San Sebastián, con la bandera de HUelva a media asta. / Josué Correa

Litri en su forma peculiar citando con el capote a la espalda. Litri en su forma peculiar citando con el capote a la espalda.

Litri en su forma peculiar citando con el capote a la espalda. / Chapresto · Archivo Sugrañes

Las páginas del libro de la vida de Miguel Báez Espuny ‘Litri’ están todas escritas con un Huelva/Litri y a la vuelta Litri/Huelva.

No es cuestión ahora de panegíricos, sino de continuar ese tiempo de los reconocimientos que en la vida después de los ruedos siempre hacen sentir el calor de la gente cuando no se escucha al graderío del pueblo que le grita, pañuelo en mano, para reconocer la mejor faena.

El maestro Miguel siempre se mantuvo rodeado de los suyos que es decir la familia y Huelva. A pesar de las distancias, después de dejar su vivienda-palacio de la calle Ricos, siguió unido a ese trasiego de ir y venir por la calle Concepción hasta el Tupi, con el saludo de los onubenses que nunca le olvidaron.

Como otros muchos grandes o jóvenes estudiantes emprendedores un día tienen que salir de esta Huelva, que unas veces se hace chica o porque aquí no se encuentran las posibilidades que ofrecen otras ciudades.Los veranos eran otra cosa, la playa de Punta Umbría de donde era hijo adoptivo. La Plaza Pérez Pastor, con el Casino o La Española, y las entretenidas veladas con amigos en el Club Náutico.

El tiempo discurría entre el calor y el frescor de la noche, hasta que inexorablemente llegaba septiembre. Miguel siempre esperaba antes de marchar a que pasara la fecha de la Virgen de la Cinta, la del día 8 de su fiesta. Un adiós a su lado.

Volvía eso que llamamos ahora un nuevo curso, la vida en un tiempo que espera la Primavera. Recibiendo la visita de su gente de Huelva y amigos de todas partes. Siempre atento en su finca de Escacena en la que tenía su pequeña placita donde todo aquel que se iniciaba en el toreo era bien acogido.

Su legado y el de su dinastía deberían quedar en un museo en nuestra ciudad

Luego la finca de Brenes, donde continuaría cocinando para sus amigos esas paellas únicas que aprendió en Valencia cuando los toreros también pasaban hambre.

Y más tarde Madrid, donde seguro que escucharía hasta el final de sus días los ecos de las ovaciones recibidas en Las Ventas y se sentiría a hombros pasando por el arco de la gloria de su puerta grande.

Huelva siempre sintió a los Litris como algo suyo, engarzado en esa gran familia de todos los choqueros y cultivaron como cualquiera ese terruño tan nuestro como es La Cinta. La devoción suya como la de toda su familia le hizo devoto y benefactor de la Virgen de la Cinta.

Su hermano Manuel sufragó las obras en la primera vez que se embellece el mirador del santuario, en los años veinte del siglo pasado, cuando le ofrenda a la Patrona la Oreja de Oro.

Miguel contribuyó generosamente con corridas de toros y festivales a las obras de mejoras del santuario, la que le proporcionó su elegante espadaña y el aspecto hermoso que hoy tiene.

Miguel Báez 'Litri' junto a uno de sus muchos trofeos recibidos. Miguel Báez 'Litri' junto a uno de sus muchos trofeos recibidos.

Miguel Báez 'Litri' junto a uno de sus muchos trofeos recibidos. / alberto dominguez

Hermano mayor de la Borriquita, la cofradía de los niños de su barrio de San Sebastián, los que se afanaban en ir detrás de él hasta su casa tras una tarde de toros.

Ahí permanecerá siempre en su monumento, donde la bandera de Huelva que le cubre está hoy a media asta en señal de dolor y reconocimiento a un gran torero, a un vecino del barrio también devoto del Señor de Pasión.

La Virgen del Rocío igualmente estuvo grabada en su corazón. Hermano mayor de la Hermandad de Huelva y gran anfitrión en su casa-choza de la aldea junto a las marismas.

Ahora hay que torear en la plaza de la eternidad. El maestro tiene un sitio en el pódium de la gloria de los toreros. Bueno sería que con la generosidad de su familia, del Ayuntamiento y de Huelva se pueda levantar su museo, el de él y de su dinastía.

Lo mismo que con otros grandes de Huelva, para que su nombre no solo no se olvide nunca sino que esté vivo entre nosotros. Que luego, si no existe un museo, los trofeos y la historia de la vida acaban en cajas en una nave donde nadie les echa cuenta.

Le queda el último brindis al cielo de Huelva mirando al tendido del cabezo del Conquero eterno, para ello le pusieron en su féretro el mejor capote, el que le cubre con la imagen de la Virgen de la Cinta.

¡Viva Huelva! y ¡Viva Litri!

Descanse en paz.

Su hijo Miguel apoya su mano en el féretro que se cubre con el capote con una imagen de la Virgen de la Cinta. Su hijo Miguel apoya su mano en el féretro que se cubre con el capote con una imagen de la Virgen de la Cinta.

Su hijo Miguel apoya su mano en el féretro que se cubre con el capote con una imagen de la Virgen de la Cinta. / alberto dominguez

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