Huelva de ayer a hoy

De la Esperanza al Alonso Sánchez

  • Es la gran zona que tiene el centro de la ciudad de expansión, jardines y una atalaya mirador que está infrautilizada y olvidada para los ciudadanos por su inseguridad

La zona de juego infantil en 1971, recién inaugurados en el paqrue la Esperanza.

La zona de juego infantil en 1971, recién inaugurados en el paqrue la Esperanza. / Archivo SUGRAÑES

En pleno centro de la ciudad constituye todo un lujo al alcance de la mano. El Parque de la Esperanza viene a ocupar una amplia extensión en lo que parece la falda del cabezo de la Horca, cuando es en sí mismo otro gran cabezo que se desliza hacia el centro de la ciudad.

Son cabezos que por la orografía propia de Huelva no han podido desaparecer como otros más cercanos, como el cabezo Colombo. Sin embargo sí sufrieron en dos momentos bien distintos unas actuaciones para el aplacado de los mismos.

Lo cierto es que había que darle una solución a ese constante chorreo de barro que inundaban las calles del centro de la ciudad. Dos actuaciones bien distintas. En el Parque de la Esperanza se optó por las lajas, respetando el perfil geológico del cabezo. Sin embargo la actuación en los cabezos de la Horca y de las piscinas de los ingleses (la de los depósitos de agua) fue una actuación en la que se dijo entonces que pretendía unir por una pasarela superior los cabezos como si fuesen las colinas de Roma. Bueno, bueno...

Lo cierto es que para aterrazar el cabezo fue necesario el movimiento prácticamente de todo el cabezo, con lo que su configuración actual no es muy acorde con la histórica o geológica. Se utilizaron placas de hormigón, las mismas que se colocan en los puentes de las autopistas y para ello fue necesario el movimiento de tierra para los tirantes de sujeción que se introducen en la tierra.

Cada vez que hablo del Alonso Sánchez tengo que recordar a mi amigo José Antonio Vieira, que lamenta que Huelva sea el único sitio del mundo donde se alicaten cabezos. Con lo bien que lo hemos pasado de niños por los cabezos. Pero esa es otra historia.

Ahora lo que se necesita es una nueva actuación ya que la zona infantil del Parque de la Esperanza está convertida en espacio de ocio para perros. ¿Y de los niños qué? Pues a diferencia de otros parques se quedaron sin lugar para ellos, de zona de juegos.

La situación de los dos parques no es la más optima aunque sí se puede decir que es el más olvidado. No hay quien apueste por él, aunque desde el Colegio de Arquitectos en un concurso de ideas ‘Huelva Apunta’ el arquitecto Cayetano Campero propuso unir ambos espacios y hacer la vía Paisajista peatonal. No se si es la mejor propuesta, lo cierto es que algo hay que hacer. Tere Lojo informaba de esta idea en 2016, cinco años después nada se ha realizado.

El del Alonso Sánchez reúne muchas posibilidades, ocurre que hasta ahora solo sirve para las fiestas de San Sebastián y algún que otro concierto.

Ambos espacios necesitan de vigilancia que lo hagan seguro para sentirse a gusto en ellos. Se frustraron muchas cosas como el restaurante que iba donde ahora está una antena de la Policía Local.

El parque debe tener otra salida, no se entiende que a los jóvenes lo manden en fiestas señaladas como Navidades a pasar frío al muelle. Una pena y despropósito.

No lo olviden, los jóvenes también votan.

Juegos

La fotografía tiene el encanto del tiempo, está realizada en 1971, al poco de inaugurarse la zona de juegos del parque infantil. Un lugar de esparcimiento para los niños de la zona. Hoy los más cercanos están en el muelle. Seguro que muchas generaciones de onubenses recuerdan este parque. De los pocos que existían, mucho hierro y poco foam, pero ofrecía mucha ilusión para los que entonces eran niños.

Otros juegos

Desaparecido el dodecaedro, los columpios, los toboganes - el de atrás era el más grande-, el platillo volante, las escaleras circulares... Ahora lo que hay son tubos y zonas de salto para el adiestramiento o juegos para los perros que tienen aquí su sitio. Arriba se continúa viendo el parque Alonso Sánchez, tan olvidado como el primer día. En ambos hace falta vigilancia para que la gente lejos de sentirse reprimida se encuentre segura y, por tanto, a gusto en ellos.

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