Huelva

Los cabezos del parque Alonso Sánchez

  • Hay zonas que conservan elementos que le son identificativos, como los cabezos de la Horca y de las piscinas de los ingleses, pero hoy nada tiene que ver con lo que fueron

La ciudad en su necesidad de expansión ha ido cubriendo los cabezos y en la actualidad es casi imposible reconocer determinados espacios cuando se nos presentan algunas fotografías históricas. Huelva ha ido creciendo y habitando tanto la zona baja como la alta, que es la que ofrece las laderas tan particulares de este paisaje onubense.

La colonización lleva a la transformación urbana, si hoy es difícil identificar calles o avenidas que ya estaban levantadas con los cambios de edificaciones, cuando se presentan imágenes vírgenes de las llamadas huertas de los cabezos el cambio es espectacular. Es lo que ocurre con la zona de las huertas de la Esperanza y de Mena que en su día fueron propiedad de Guillermo Sundheim y que pasaron más tarde a la compañía inglesa de Rio Tinto.

Es el caso de la imagen que hoy ofrecemos. El cambio es brutal en la zona, aunque todavía se tiene aquí la referencia clara del cabezo, lo cierto es que éste nada o muy poco tiene que ver con lo que era el cabezo de la Esperanza o de la Horca en su origen.

Su designación como parque no lo protegió, sino que lo transformó, pasando como dice José Antonio Vieira a ser el primer cabezo alicatado del mundo mundial. Cuando las maquinas entraron todo fue un revolver las tierras, nada era igual a lo que se tenía, los dos cabezos quedaron como montículos.

El autor de este cambio, el arquitecto José Alvarez Checa, dijo entonces que se había inspirado en las siete colinas de Roma para enlazar los dos cabezos, el de la Horca y el de las piscinas de los ingleses, así llamado por contener los depósitos de agua de la Casa Colón. Hoy es un desperdicio de cabezo, pues no recuerda a nada del ayer. Se utilizó para amurallarlo las placas que protegen los muro de los viaductos en las autopistas.

Es una de las obras faraónicas del 92, la llamada popularmente pirámide de Keada en honor al alcalde Juan Ceada, como así le bautizó Alfonso González en estas mismas páginas.

Lo que sí se conserva al menos es la cota de altura de los cabezos, donde la vista sobre la ciudad deja la mirada relajada en el horizonte.

Hace algunos meses en el Consistorio se aprobó una mayor vigilancia en el hoy parque Alonso Sánchez. Lo que hace falta es que en el pleno los ediles ofrezcan una propuesta de utilización del parque, porque guste más o menos el tratamiento del cabezo, lo que sí es verdad que es una pena que no tenga uso alguno. Lo cierto que es incómodo hasta pasear por tantas escaleras.

La sencillez del paisaje

Las dos casitas en los cabezos ofrecen una imagen decimonónica. Son los cabezos de la Horca y las llamadas piscinas de los ingleses. El ayuntamiento de Huelva, en sesión plenaria de 30 de octubre de 1940, acordó la expropiación a la Compañía de Rio Tinto de todo este entorno que comprendía la Huerta Mena y Huerta de la Esperanza. Sería el inicio para un gran crecimiento urbano de la ciudad.

Una hermosa barriada

Es la calle Guillermo Poole de Arcos, que limita entre las casas sociales que se hicieron en la dictadura de Franco y el ambulatorio Virgen de la Cinta, que sustituyó a las ruinas de lo que iba a ser Magisterio. Era un entorno sanitario junto al hospital Manuel Lois, hoy son consultas externas del J R J. Con el tiempo el cabezo se transforma en un parque, el llamado Alonso Sánchez, que se ve tras la masa arbórea que hay en los aparcamientos.

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