Tras el nombre de Vicente Bosch hay un espíritu incansable de innovación y técnicas pioneras de marketing. Un nombre que a través de su marca histórica, Anís del Mono, revela la bulliciosa inquietud, de las empresas de destilados en la pujanza económica de finales del siglo XIX. Una pujanza que se refleja en el modernismo que viste la nave de esta compañía y en los dibujos de las manolas de Ramón Casas, en 1898, cuando España entraba en el psicoanalista.
El primate del anís, con desplante de efigie solemne, inspiración para Juan Gris en un icónico cuadro en 1914, ha sido testigo de 150 años de historia, de la evolución de su empresa y de tantos avatares de nuestro país. Desde 1975 Anís del Mono forma parte de Bodegas Osborne y en la sede de El Puerto se encuentra la exposición conmemorativa que recorre los ávidos inicios de la empresa de Bosch y su desarrollo por dos generaciones hasta convertirse en un vínculo entre Cataluña y Andalucía, con el parecido razonable entre la bahía de Badalona de donde partían las esmeriladas botellas, en el Pont del Petroli, y la de Cádiz, punto de partida secular de las botas portuenses.
La matalahúva que destila el anís más utilizado en la repostería española es andaluza. El corazón del Mono es andaluz.
Y a su alrededor, los rombos de cristal, la plaza de diamantes para una bebida que sigue marcando estilo. Fue Bosch quien en 1903 quiso adoptar la botella de perfume parisino, regalo para su mujer, para que se convirtiera en el recipiente de su bebida. Y a partir de entonces, como nos imaginamos, las Navidades sonaron de manera diferente.
La exposición sobre Anís del Mono instalada por la Fundación Osborne se puede visitar de forma gratuita en las instalaciones de Osborne en la calle Los Moros de El Puerto de Santa María, en horario de 10 de la mañana a 3 de la tarde. Hasta el 11 de enero se puede disfrutar de la dulzona historia de un mico pionero en la publicidad y el arte.
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