Los gestos que se suceden alimentan la teoría de que Mariano Rajoy está dispuesto a buscar respaldo a su investidura hasta en la boca del lobo secesionista. El presidente en funciones, Mariano Rajoy, recibió el pasado 12 de julio en La Moncloa al portavoz de Convergència en el Congreso, Francesc Homs, y la escena se repitió ayer en palacio, entre la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y su homólogo de la Generalitat, Oriol Junqueras, que salió con la luz verde bajo el brazo para refinanciar 680 millones de euros de deuda a corto plazo (hasta septiembre) para que pueda sufragar vencimientos.

Durante la reunión, a la que también asistió el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, el Ejecutivo popular comunicó al dirigente de ERC la autorización que aprobará hoy el Consejo de Ministros, según informaron a Efe fuentes del Ejecutivo.

Además, y aunque en el encuentro no se ha llegado a un acuerdo, el Gobierno está abierto a estudiar la petición que hace meses que viene realizando la Generalitat para transformar deuda a corto plazo en deuda a largo plazo, que Junqueras cuantifica en 1.600 millones de euros.

A lo largo de la hora y media que duró el encuentro, los representantes del Gobierno y de la Generalitat analizaron además la senda de consolidación fiscal, la situación de las finanzas catalanas, pendientes de la aprobación del presupuesto del año que viene tras no poder salir adelante hace meses en el Parlament por la negativa de la CUP, y el estado de la deuda a corto plazo.

Mucho número, todo muy económico, aunque más de uno se pregunta si hay algo más. Junqueras trató ayer de espantar cualquier duda mostrándose dispuesto a "apoyar la investidura de cualquier candidato" con los nueve diputados de ERC en el Congreso, a cambio de un "referéndum a la escocesa" sobre la independencia de Cataluña. Junqueras, que se refirió con brevedad a este asunto en un desayuno informativo en Madrid antes de ir a La Moncloa, se mostró reacio a comentar la votación que se produjo hace dos días en el Congreso para elegir a los miembros de la Mesa y declinó opinar sobre el origen de los diez votos anónimos que apoyaron a los vicepresidentes del PP y Ciudadanos. "La mejor respuesta es mi sonrisa", apuntó.

Mientras los guiños de Rajoy se suceden, Convergència registraba ayer su solicitud para formar grupo parlamentario propio -al que no tendría derecho según el Reglamento del Congreso- bajo el nombre de Grupo Parlamentario Catalán (Partit Demòcrata). No falta la polémica, después que se detectara un apoyo de diputados nacionalistas a los vicepresidentes del Congreso del PP y Ciudadanos en la votación de la Mesa de la Cámara baja del pasado martes. Además, no cumple con los requisitos que marca el Reglamento del Congreso para la formación de los grupos, ya que no alcanza el 15% de los votos en el conjunto de las circunscripciones catalanas. No obstante, sentencias del Tribunal Constitucional ya han establecido que la interpretación del Reglamento corresponde únicamente a la Mesa.