Huelva lo tiene todo, Andalucía también: hidrógeno, suelo y compromiso público-privado

Huelva lo tiene todo, Andalucía también: hidrógeno, suelo y compromiso público-privado

Huelva lo tiene todo, Andalucía también: hidrógeno, suelo y compromiso público-privado

En la senda de la transición energética que marca Europa podemos afirmar, sin riesgo de caer en triunfalismos desmesurados, que España es hoy un player bien posicionado y altamente competitivo, tractor de inversiones y cuna de proyectos de envergadura. Tiene los recursos para dirigirse hacia un mayor uso de energías limpias, como la solar o la eólica, y se ha fijado objetivos para poner rumbo a ello. El reto de la UE de lograr la neutralidad en carbono en 2050 está ahí.

Ante este gran desafío de descarbonización y autonomía energética, el hidrógeno renovable ha emergido como un vector energético clave: propone una ruta prometedora hacia una energía más sostenible y ofrecerá un amplio abanico de oportunidades. Así, permite captar excedentes de las energías renovables, funciona como sistema de almacenamiento, puede sustituir al gas por su alto poder calórico y puede funcionar en el transporte pesado, entre otras posibilidades.

El impulso del hidrógeno verde es un hecho –con el objetivo de 20 millones de toneladas en Europa en el año 2030– y requerirá acometer sin dilación una transición energética que combine tecnologías y recursos, incrementando el nivel de electrificación de la sociedad, la actividad y el transporte, a la vez que se irán sustituyendo combustibles fósiles en la industria energética intensiva y el transporte pesado por hidrógeno verde y biocombustibles.

En este contexto, España disfruta de un gran momentum por tener un enclave estratégico que es único en Europa y uno de los principales a escala mundial: el polo del hidrógeno verde que se está desarrollando en Hueva de la mano de grandes compañías, como Cepsa, Fertiberia, Alter Enersun o Enagás, en colaboración con las administraciones.

Huelva lo tiene todo y Andalucía también. Sol, viento y suelo. Este gran hub nos coloca en escena para protagonizar una auténtica revolución del hidrógeno y será un factor de competitividad y de independencia energética respecto a otros países del entorno. No dudo de que muchos ojos se pondrán sobre España y se seguirá de cerca todos los proyectos estratégicos ejecutados o en curso.

Como tampoco dudo de que las decisiones de una buena política energética pasan por consumir lo que uno tiene. Solo una cifra para ilustrarlo: España, 2.500 horas de sol y Alemania, 1.600 horas. Saber sacar provecho de las ventajas competitivas que cada país tiene en el campo energético es determinante. No es casualidad que España instale entre seis y ocho veces más megavatios renovables que Francia o Italia cada año.

Todas estas inversiones y planes, como los comprometidos con Andalucía, no son lógicamente fruto del azar ni serán una realidad de la noche a la mañana. Construir este primer polo del hidrógeno ha sido posible gracias a una conjunción de voluntades y a una visión a largo plazo en la que se han volcado sector público y privado. Conviene no olvidarlo ante tentaciones cortoplacistas.

Porque, más allá de la apuesta estratégica en materia energética, supone un revulsivo en inversiones dirigidas al propio territorio, un crecimiento constatable de la actividad económica –nuevas plantas destinadas al hidrógeno y sus derivados, su construcción, servicios y mantenimiento operativo–, la creación de empleo, con una parte dedicada a la formación de sus trabajadores, y un impacto fiscal evidente.

Disponer de energía limpia y barata es un factor de atracción de nuevas inversiones a la par que conlleva una descarbonización de la actividad y una mejora del medioambiente. Debemos tener la ambición de usar la energía limpia y barata para reindustrializar nuestra economía.

Y es por todo ello que crear un entorno favorable al desarrollo y despliegue del hidrógeno es esencial. Necesita de ayudas públicas para favorecer una mejora tecnológica que incremente la eficiencia en su fabricación y posterior conversión, solucione la dificultad en su almacenamiento y busque propuestas ante la falta de una red de transporte propia. Asimismo, implicará una importante inversión en I+D para ser competitiva en costes.

Podemos afirmar, en definitiva, y sin pecar ahora de optimistas, que tendremos el hidrógeno verde más competitivo de la Unión Europea y que nos debe permitir edificar una industria libre de CO2. El hidrógeno asociado a la capacidad de generación de energía renovable constituye una gran oportunidad para España y Andalucía y transformará significativamente el panorama energético español, haciéndolo más sostenible y resiliente.

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