Esta es la explicación de la calle del Rocío que custodia el legado de Baltasar Tercero
Aventurero sevillano y benefactor de la Virgen del Rocío, su testamento fundó una capellanía que marcó la historia del Santuario
El Rocío: ¿Quién era Muñoz y Pabón y por qué le da nombre a una calle de la aldea?
El Rocío/Cerca del lugar reservado para reservas y visitas a Doñana y perpendicular de la Calle Muñoz y Pabón se encuentra una vía por la que la Hermandad de Cádiz entra a la aldea cada año. Allí se detiene ante diferentes casas alquiladas por Hermandades agregadas como la de Águilas. Si estabas pensando en la Calle Baltasar Tercero, estás en lo cierto. Pero, ¿Quién fue él? Tan sólo su nombre y el del canónico Muñoz y Pabón presumen en la aldea almonteña como figuras masculinas.
Al igual que el primero, su relación con El Rocío es muy estrecha a la religiosa. También sevillano, fue un aventurero y novelesco de mediados del Siglo XVI. Se embarcó a las Indias y se estableció en el virreinato del Perú, en la ciudad de los reyes (Lima), donde pasó el resto de sus días. Fue allí cuando decide escribir su testamento. En él deja constancia de destinar 2.000 pesos para una capellanía en la ermita de “La Rosina” con el fin de que los vecinos de aquellas tierras no se quedaran sin eucaristía “cada día, en la ermita de la Virgen del Rocío, y si no es suficiente para que se diga una misa cada día, se digan, al menos, cuatro a la semana, y sobre todo los domingos y fiestas de guardar”. En el documento especifica incluso la zona de la aldea para que no haya equivocación: “Está entre las Villas de Sanlúcar de Barrameda y Almonte (...) a diez leguas de Sevilla”, se lee.
Corría el 11 de Febrero de 1587, cuando lo dictó ante el escribano Esteban Pérez, que no sabía leer ni escribir, aunque los autos la ejecutan diez años después, en 1597. Se sabe, según documentos, que él falleció en el 94, siete años después de firmar su testamento. No dejó pasar ni un detalle sobre la capellanía nombrando como capellán a Juan Pavón. Y agrega otros quinientos pesos, para que también se pongan en renta fija y con su producto se repare la ermita y se paguen enseres necesarios.
La investigadora María Belén García López del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios del Archivo General del Indias realizó un artículo donde cuenta la relación de Baltasar Tercero con la Virgen del Rocío y la historia de la creación de la capillanía. Explica que cuando Tercero procesa ese testamento “ya existía otra capellanía en la ermita, instituida por los Duques de Medina Sidonia y que sin duda Baltasar Tercero no pudo conocer cuando otorga en las lejanas tierras peruanas”. Los Duques de Medina Sidonia y la Orden de los Mínimos, contribuyeron a la difusión de la devoción a la Virgen del Rocío, e incluso pueden ser el germen de las hermandades filiales, puesto que desde ellos se organizaron peregrinaciones al santuario en pequeños grupos.
Pero para cumplir el último deseo de Baltasar, tras un proceso engorroso de hacer llegar los bienes y realizar un pleito en el que estuvo presente su hija Inés de Torres, en 1598, Fernando de Cervantes, notario público apostólico y notario mayor de la audiencia arzobispal de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla, por medio de acta notarial, declara instituida la capellanía mandada fundar. La fundación de Baltasar Tercero provoca la aparición de una nueva estructura organizativa bajo la nomenclatura jurídico-eclesiástica de "Obra Pía de Nuestra Señora del Rocío” y que tenía como finalidad específica, la atención del culto en la Ermita.
Esta historia también está documentada en la obra del autor almonteño Manuel Ángel López Taillefert «La Capellanía de Baltasar Tercero en la Ermita de Ntra. Sra. del Rocío y su obra Pía». Además, el año pasado, el músico y tamborilero Gustavo Pedrero, junto al poeta José León, creó una pieza dedicada a este personaje clave en la historia del Rocío.
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