Deportes

Pasión y color de lágrimas doradas

  • Huelva llora de alegría con Carolina en el habitual punto de encuentro para los amantes del bádminton Familiares, amigos y aficionados vibran con la conquista del oro olímpico

Es posible que estallará el contador de onubensismo en el Bar Terraza Parque Moret durante la final de la princesa del olimpo deportivo. Es posible que Huelva estuviera presente en pocos metros cuadrados llorando de alegría con Carolina. Y es posible que lo vivido ayer en la Avenida de la Cinta sea un momento que recordarán los ancestros colombinos, porque Carolina, emulando al descubridor Colón, se embarcó en su Carabela de Plata, y llenó de bádminton cada rincón de Río de Janeiro. Y cómo no, a miles de kilómetros como remeros de la Ría, empujaron a la onubense con cada punto del partido.

Desde bien temprano comenzaron a llegar decenas de personas que llenaron la terraza de cánticos y colores. Intengrantes de su club de origen, el Recreativo Bádminton IES La Orden, aficionados, curiosos, medios de comunicación, y por supuesto, su familia. Su abuela, tíos, madrina, amigas y demás familiares no quisieron perderse una cita única, un momento de los de pellizco en el estómago, y un triunfo memorable. Con el bar hasta la bandera, las mejores galas decoraban un ambiente perfumado en plumas de ganso. Olor a volante rápido y preciso. Al grito de ¡vamos! y a palmas por Huelva. Sí. Con el correcalles de los camareros, de las prisas de dónde me siento, y de ver en los ojos de cada uno la sonrisa de ella. Sí, de Carolina. Porque no fue un partido fácil, porque las emociones se trasladaban de la pantalla a las sillas de plástico y porque el silencio se palpitaba cuando el momento lo requería. "¡Qué rectificación ha hecho!", "¡Vaya punto!", "¿Cómo es posible? ¡A la línea!", son palabras que todavía se rescatan de cada rincón de las mesas, y que aguardarán hasta el fin de los tiempos en el 'santuario' del bádminton español.

Un título de liga presidía el encuentro. El tercero del IES La Orden, que no hacía más que recordar que no es casualidad que la alternativa al bádminton asiático, nace, vive y resucita desde la marisma marinera. Las manos rojas aumentaban el sonido del aplauso durante el tercer set. Nadie se quería perder el momento, y aunque la retransmisión cambió de deporte, el amago estuvo ahí, para el susto de todos. Los "sentarse que no vemos" del comienzo de la final se transformaron en "arriba y ve sacando el champán", para que minutos más tarde se descorcharan las botellas y las lágrimas cayeran como espuma dorada.La cordura que se perdió por momentos será imposible recuperarla. La imagen de Carolina llorando sobre el tapiz recordó a esa niña que cogió una raqueta de bádminon por primera vez con una camiseta azul y blanca para hacer historia, en el día de ayer, con tan sólo 23 años. Un momento de gloria eterna. Permanente. Con tinta colombina en los anales de la hsitoria. De su historia. De la historia de Huelva. Es posible que ayer Carolina conquistara un oro histórico para el deporte español, pero lo que es seguro es que conquistó el corazón de una provincia entera.

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