Los parones resultan, en la mayoría de las ocasiones, imprudentes e inoportunos. Además, hay malestar en los clubes como consecuencia de tener que jugar en plena Semana Santa. No ya por jugar, sino porque las instalaciones son municipales y eso comportar tener que hacer encaje de bolillos para entrenar. Alguien, sentado en un sillón, se le ocurrió la idea de poner las selecciones autonómicas en esta fecha pasada y, claro, ahora hay que correr. En fin. El caso es que hay que jugar y poner buena cara al tiempo.

La Palma, cuyo objetivo es mantener la categoría aunque soñó alguna vez con engancharse a las alturas, tiene ante sí un partido crucial para ir sellando la tranquilidad, ante el Gerena, que a estas alturas está aún por descifrar. Partía como candidato a todo y el camino se le ha llenado de espinas, sin campo propio, sin afición que le eche el aliento y sin patria. Para ellos debe ser complicado y frustrante. Pero ahí están, compitiendo en medio de las complicaciones. Tienen 30 puntos, dos menos que La Palma, de ahí la importancia de la victoria, para los dos, porque si ganan los condales es sellar el pasaporte y si lo hacen ellos se quedan prácticamente en la orilla. No hay desperdicio posible.

La Palma, al menos en principio, tiene dos bajas sustanciales. Julen en la portería y Mesa en el centro de la defensa. El primero tiene complicado jugar más esta temporada y el segundo cumple ciclo de amonestaciones. Es la oportunidad para Juan Corrales en el marco palmerino, mientras que Navarro jugará en defensa al lado de Andrés Pavón.

Por lo demás, se espera que La Palma deje la caraja de los últimos partidos en sus primeras partes en el vestuario y no se vea en la obligación de remar contra corriente. Si sale enchufada, entonces el Gerena lo pasará mal. De lo contrario, el partido puede venir de nalgas. El futbolista más destacado de los sevillanos es el onubense Cerpa, motor y sostén en el centro del campo. Ahí se presenta batalla y la posibilidad de comenzar a inclinar la balanza. Es el partido porque ganar es librarse de pecado justo antes de Semana Santa. El motivo para estar enchufado tiene un peso absoluto.