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La Palma asalta el Eloy Ávila a base de inteligencia para adaptarse al escenario

Los jugadores de La Palma celebran su victoria en el derbi condal con el Bollullos.

Los jugadores de La Palma celebran su victoria en el derbi condal con el Bollullos. / Manolo Camacho

El fútbol es un animal indomable. Cuando piensas que lo tienes todo controlado se descontrola, te pone del revés tu propio pensamiento y cuando te percatas estás con oxígeno puesto o en cuidados paliativos. O todo lo contrario. Además, el fútbol es un animal que te la devuelve. No vale nada de lo que hayas hecho antes, solo tiene presente. La Palma le pintó la cara al Bollullos en su propia guarida no siendo fiel a su estilo, sino inteligente para dar la lectura perfecta al partido, al rival y al terreno de juego. Los locales hicieron lo mismo, pero se olvidaron de las baterías antiaéreas, Pavón y Navarro lo confirmaron, dejando en nada la altura local, desdibujada por completo. Ahí estuvo una de las claves, al inicio del segundo tiempo.

Antes de eso, durante toda la primera parte, fue el derbi del temor, de no equivocarse, con los dos equipos apelando a lo camaleónico para adaptarse a un campo impracticable. Así, la primera mitad pasó sin apenas nada, sin pena pero con gloria para La Palma. En la última jugada del primer tiempo, Álex Sánchez ensayó un slalom que acabó con pase de la muerte para que Ramírez metiese el balón en su propia portería. El gol anunció una tormenta que nadie esperaba. El inicio de la segunda parte fue una locura de remates de cabeza todos con la firma de La Palma, Pavón y Navarro a los mandos, sin respuesta local, mirando nubes.

Por lo que se desarrolló, nos imaginamos la charla de los entrenadores: “No quiero historias de pases arriesgados que nos cueste fallos que sean irreparables”. El mensaje (intuimos) transformaba las ideas y solo faltaba saber qué equipo lo seguía al pie de la letra. Ambos lo hicieron, pero el conjunto de Nacho Molina fue espectacularmente camaleónico. Y así ganó el partido. El gol local, en el 90 de partido, de Lucas, ni tan siguiera mitigó la pena.

El comportamiento de las aficiones fue de diez, salvo uno que le ha cogido una tirria a Mario que no se entiende y que ya tuvo ese denigrante comportamiento en la ida, acudiendo a insultos varios. Los hay en todas partes. Pero individuos así sobran en el deporte.

Ganó La Palma y ganó el cielo de paso. Porque con este plan no se le atisba el techo. Es capaz de jugar bien en casa y adaptarse en campos chocantes por su estado. Por su parte, el Bollullos, que ahora se sentirá herido en el alma por lo que significa perder con su enemigo íntimo, levantará la mirada porque tiene entrenador y jugadores para ello.

Si el fútbol provincial quería una muestra de cómo se siente en la provincia el balompié, que coja todo el contexto de la cita. Pasión, fuerza, concentración y lecturas varias. Ganó La Palma, porque, sencillamente, su lectura fue perfecta y eso desarboló a un Bollullos que se quedó sin respuesta para tanto pensamiento unificado en un solo criterio.

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