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Bollullos y La Palma se citan en el mejor momento de la temporada

Los jugadores de La Palma celebran un gol en el último partido.

Los jugadores de La Palma celebran un gol en el último partido. / La Palma CF

No cabe más pasión. El buen momento del Bollullos, cuyo entrenador está haciendo milagros de forma permanente, y la contundente victoria de La Palma ante el Puente Genil, pone el derbi condal de toda la vida en una dimensión estratosférica. Los locales, encaramados a las posiciones de privilegio; los palmerinos, en luna creciente y con cuatro refuerzos de última hora, cosa que pedía a gritos Nacho Molina, lo que ha satisfecho el club con un esfuerzo económico descomunal. Así es la cita, que tiene otras aristas que complementan el núcleo duro de la misma.

Mario Rodríguez, predicador de un fútbol basado en el espectáculo, ha tenido de moldearse sobre la marcha por varias razones para seguir manteniendo el espíritu competitivo de su tropa. El estado del campo condiciona todo, a lo que hay que sumar la rotura de cruzados de tres de sus futbolistas, más otro cuya enfermedad no le permite jugar, con otras lesiones varias y tarjetas acumuladas. Eso da como resultado que el técnico gallego tendrá que convocar a jugadores del filial para completar la lista. Así lleva varias semanas, luego convendrán conmigo que el Bollullos es un superviviente en una zona de la tabla cuyos tiburones no tienen piedad con nada ni con nadie. Ese es el mérito, que hay que explicar porque hay algunos que siguen confundiendo velocidad con tocino. A cada cual lo suyo.

En el otro rincón, La Palma, alma gemela en cuanto a pensamientos en la expresión en el campo. A este punto y hora, a pesar de los puntos de diferencia, da la sensación que la entereza palmerina está por encima de la local, aunque sea en número de jugadores disponibles. Luego, ya saben, que es el campo y la pelota los que dictan sentencia. Veremos, porque tumbar a los supervivientes acostumbrados a comer pan sin mantequilla no es fácil.

En el partido de la primera vuelta, el Bollullos se impuso por uno a dos y aquel resultado pasó factura al conjunto de Nacho Molina, que tardó en asimilar el palo, lo que le costó alzar de nuevo el cuello. La victoria, en los albores de la Liga, puso al Bollullos en otra dimensión, hasta el punto que aún no ha dejado de creer ni de crecer.

Hay que mirar a la pizarra, a los banquillos y a los gestos de los entrenadores, porque se conocen tanto que es posible que pongan en práctica un novedoso método de comunicación, por aquello de que el otro no se entere. Sea como sea, la última palabra la tendrán los jugadores, que son los que tienen que interpretar los mensajes, aunque sean en clave.

Otro de los detalles que no puede pasar desapercibido es que el partido hablará varios idiomas. Porque es posible que dentro del mismo partido podamos ver variantes sobre la marcha tan sustanciales capaces de cambiar el rumbo del viento.

Ambos clubes han hecho un llamamiento a la pasión por sus colores al mismo tiempo que han solicitado deportividad. Pase lo que pase, Bollullos y La Palma seguirán siendo dos pueblos hermanos, con sus piques y sus diferencias, pero no podrían vivir el uno sin el otro. Lo que pase en el campo en el campo se queda. El derbi está servido. Y la pasión en el infinito.

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