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Cartaya-Ceuta B: A los rojinegros les faltó generar fútbol y así es imposible ganar

Encuentro entre el Cartaya y el Ceuta B.

Encuentro entre el Cartaya y el Ceuta B. / Fran Oliva

La mayor parte de las veces, Ulloa es un predicador en el desierto. Se prepara el discurso y lo lleva hasta las últimas consecuencias, siempre versando en torno a la pelota. Él no entiende que el partido venga de nangas. Predica, versa, conduce, descongestiona, produce y hasta sonríe a veces. Lástima que no se sumen adeptos. Y mira que es claro en las acepciones, en los adjetivos y hasta en los apéndices. “echen la pelota al piso, jueguen y no miren para ningún lado más”. Esa es su premisa. O la suponemos. Porque es este tipo le da igual que el campo no esté en condiciones, que el partido sea a las cuatro de la tarde o que llueva o haga sol. Es una forma interpretativa que levanta a la gente de sus asientos. Así de simple.

El caso es que la primera parte que midieron Cartaya y Ceuta B fue infumable. Solo el hispano-chileno fue capaz  de sacar algo de jugo, el problema es que nadie más le siguió. Apuntar en descargo del Cartaya que las bajas de Asuero, Manuel, Novoa y Lolo son demasiadas para un equipo que sin ellos pierde potencial a raudales, no en vano, en condiciones normales, son titularísimos. Así transcurrió la primera mitad, con el Ceuta en su oficio de contener y salir pitando y el Cartaya en el intento de generar, algo que solo logró Ulloa. Decir que el campo no ayuda nada, sobre todo para el equipo que propone. Es como si el césped se lo hubieran llevado a otra parte.

La segunda mitad se presentó dando la impresión de que la parte de arriba del Ceuta B generaba más sensación de peligro que la del Cartaya. Basaban sus movimientos en acciones individuales y eso generó incertidumbre en la zaga local. En la zaga y en el banquillo rojinegro, porque, Manuel Juan Limón, consciente de que así no le hacía ni cosquillas a los norteafricanos, puso el banco en movimiento. Mientras, a la hora de partido, Adil, puso a prueba a Ángel, que resolvió con seguridad el tiro del delantero.

Viendo el Ceuta que el Cartaya no se encontraba, se puso a bailar y fue acumulando ocasiones y peligro por igual, siempre con Ángel como sostenedor de la virginidad. A los 64 de partido, una falta botada por Tavira la semiremató Paco Benítez al cielo. Con que hubiese puesto el interior del pie hubiese bastado. Pero ahí se le notó su incomodidad de todo el partido. De lateral, sufre, y se le nota demasiado.

Tony y Pola sustituyeron a Juanma Galán y Tavira, que pasaron de puntillas por el partido. Limón buscaba atrevimiento y descaro, al menos para igualar en ese término al adversario. En el tramo final, a falta de cuatro minutos para despachar el partido, Ángel volvió a aparecer para salvar al Cartaya, que a pesar de los cambios no cambió nada en absoluto.

Menos mal que el fútbol no se determina como el boxeo y acumular méritos, si no marcas, no te sirve de nada. Porque el Ceuta B fue mejor en muchas zonas del campo excepto en la finalización. Con Ulloa no fue suficiente. Era un partido marcado para ganar y alejarse de la zona caliente y el Cartaya se quedó a medias. Y es que para ganar hay que generar más, jugar más y tener dientes arriba. Ayer, ninguna de esas cuestiones comparecieron. Así que hay que dar por bueno el punto.

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