Todos los Santos

Limpiar las tumbas de los difuntos: un trabajo heredado y sin inflación

Dos personas adecentan una tumba de suelo en el cementerio de Sevilla.

Dos personas adecentan una tumba de suelo en el cementerio de Sevilla. / Antonio Pizarro

Se llama Diego Cano y el cementerio de Sevilla se ha convertido la última quincena en su recinto de trabajo. Este algabeño, empleado municipal en dicha localidad, se encarga junto a su mujer de limpiar y adecentar nichos, lápidas y panteones en vísperas de Todos los Santos, una época del año en la que el camposanto se llena de personas que visitan a los seres queridos que allí descansan. 

La labor que desempeña en el Cementerio de San Fernando y que le sirve para obtener unos ingresos extra le viene de su padre Francisco, quien perteneció a la plantilla del camposanto sevillano durante 43 años. En este tiempo varias familias le solicitaban que se encargara de mantener en decoroso estado los enterramientos donde se encontraban sus difuntos, trabajo que realizaba como horas extra. Una vez jubilado, tal encargo pasó a su hijo. 

Antiguamente este trabajo era muy habitual y había personas que recibían constantes ingresos por limpiar y adecentar los enterramientos durante todo el año. Ahora este cuidado se centra en las fechas actuales. Pese a esta tendencia, Diego Cano, a sus 43 años, ha visto incrementada la lista de encargos, "ya que muchas mujeres que adecentaban las tumbas, al llegar a cierta edad, dejan de hacerlo y nos ofrecen quedarnos con los enterramientos que ellas tienen". 

Respecto al perfil de los clientes que los contratan, Cano refiere que se trata, en la mayoría de los casos, de familias trabajadoras que carecen de tiempo suficiente para encargarse de esta labor. Debe tenerse en cuenta que antaño tal función la desempeñaban las mujeres de un hogar, cuando eran muy pocas las que estaban incorporadas al mercado laboral. A ellas se unían las limpiadoras que contrataban los titulares de ciertos enterramientos, que se podían permitir pagar todo el año a una persona para que los tuvieran en perfecto estado de revista. Ahora este "privilegio" se ha democratizado y es un servicio que demandan más sevillanos. 

Hora y media por encargo

"La demanda sube cada vez más", afirma este algabeño, que emplea una hora y media en acometer cada encargo. "Tardamos ese tiempo en limpiar, pintar y colocarle flores a dos tumbas de suelo", precisa. Este trabajo lo desarrolla durante los últimos 15 días de octubre, en las vísperas inmediatas de Todos los Santos, aunque hay otros compañeros a los que contratan todo el año. 

La inflación, por ahora, no ha llegado a este peculiar sector. Los precios por este cometido se mantienen en unos 60 euros. Y ello pese al encarecimiento de los materiales y de las circunstancias adversas a las que estos trabajadores se han enfrentado este otoño. Cano lo recuerda con detalle: "Con la lluvia de barro que ha traído la calima hemos gastado más de un estropajo, especialmente en las lápidas de mármol blanco, que estaban más amarillas que los castellanos negros cuando sales del real". Una afirmación con la que este algabeño une las dos creaciones antagónicas de Sevilla en el siglo XIX: la Feria y el cementerio. Fuentes inagotables de trabajo. 

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